Correr no es de cobardes

I Concurso de Relatos Breves de la Biblioteca Municipal de Castronuño

Título: Correr no es de cobardes

Autor: Manuel Lanuza Vicente

Categoría 4 (Adultos)

 

Correr no es de cobardes

 

Al parecer, y según me informaron cuando ya entendía de razones, no me adiestraron en caminar, por eso empecé desde muy pequeño a correr. Se cuenta en las leyendas urbanas, que correr es de granujas y también de cobardes, pero ello, me ha librado muchas veces de situaciones más que difíciles…, sobre todo en mi zona o barrio de los tiempos de mozuelo; porque mucho antes de que los obreros se transformasen en clase media acomodada y estable, mi barriada era muy peligrosa. Había quinquis por doquier, compañeras y compañeros  –éstos más– de clase, acabaron en la trena… y algunos, fallecieron víctimas de la metadona en sus cuerpos.

El tener que cruzar el puente del río Zapardiel o de San Miguel, como se le conoce oficialmente en mi querida población para ir al colegio público –y daba las gracias por tener uno relativamente cerca–, aquello era… como cuando esas preciosas gacelas o cebras atravesaban el Serengueti y, sabían, que al vadear el río les esperaba una jauría de cocodrilos, pero que lo tenían que cruzar para poder subsistir. En este caso los caimanes se llamaban “El Chusco” y su compañero de correrías el “Doscabezas”; el primero, cuando te asaltaba y decía eso de… “la vida está muy chusca”,  le entregabas todo lo que llevabas encima, e incluso hasta la merienda si no quedaba contento y, el segundo, porque con la sorprendente cabeza que poseía, impropia de una persona de su edad debido a su más que tremendo volumen, asustaba de qué manera… y además la tenía llena de serrín.

Correr además, siempre me ha transmitido un efecto de plena liberación, de poder ser uno mismo. Existen unas cuantas películas que frecuentan este argumento, aproximándose bastante a las impresiones que te genera la práctica de este deporte, que en el fondo es una concepción de vida, como aquella del ya veterano actor Dustin Hoffman –Marathon Man–, que se pasa gran parte de ella corriendo, porque se trataba de un ávido corredor de maratones y el correr le producía una clarividencia más que importante…, o la deliciosa de los años ochenta –Carros de fuego–, con la quizás banda sonora más impresionante adaptada al séptimo arte, creada por Vangelis, el gran compositor griego, que bastantes años después y, en la Olimpiada de Londres, se la adjudicaron como tema principal de sus Juegos. Son películas que me han dejado huella y estarán vinculadas para siempre en mis recuerdos, en mi subconsciente y en mi retina, llenas de interés y de contrariedades como todo ser humano.

Correr es como una purificación, un conocimiento, una reflexión, o un desahogo, que te ofrece la estabilización física y mental para no abrazar la locura en éste mundo tan problemático, complejo, e incluso hasta un tanto prosaico. Ahora bien, todo cambia durante el periodo de mis vacaciones estivales… ¡¡Qué diferente es correr por el Parque de la Muela de Castronuño!! Resulta de lo más fascinante…, puedes percibir claramente la naturaleza en tu alrededor como te arropa, como te protege y, a la vez, apreciar esos encinares centenarios de mi amada población veraniega en pleno esfuerzo. Así como jugar con tu imaginación y pensar en la honrosa defensa que hicieron por estos parajes los partidarios de Doña Juana de Castilla, más conocida históricamente por la “La Beltraneja”, para que fuera proclamada Reina de Castilla.

            Por todo ello, quiero seguir corriendo y sentir en mis huesos la soledad del corredor de fondo, esa que experimentan casi en exclusividad los maratonianos. En concreto, para mí, salir a correr y hacer deporte conlleva además muchas cosas: salud, sentirse bien, poder comer casi de todo, no engordar, pero fundamentalmente, prepararse para la propia vida.

Participar en una carrera es la culminación de una preparación larga. El camino es sinuoso y, a mi modo de ver, hermoso de recorrer. Y, ponerse como desafío una maratón, es una meta a la que se llega tras invertir bastante tiempo corriendo, haciendo frente a unos retos que, en cada instante te parecen desmesurados o enormes, como: correr más de diez minutos seguidos –se empieza por eso–; media hora; hacer una carrera de cinco kilómetros; luego una de diez kilómetros; y después una media maratón, que representa actualmente mi limite físico. Pero sin olvidar desde luego, poder realizar algún día una maratón, que a día de hoy, no estoy preparado para afrontar los más de cuarenta y dos kilómetros… y hacer una marca digna. Sin embargo, cada momento y cada minuto invertido, incluidos esos días en los que crees que no corres un pimiento y sientes ganas de dejarlo todo, o en aquellos otros, donde la fatiga no aparece y te crees todo un campeón del mundo de atletismo…, te hacen sentir más fuerte como persona

Porque no existe una motivación más importante que, la que sientes por ser tú el que realizas los sacrificios; eres tú el que logra objetivos casi inalcanzables gracias a tu afán y coraje; eres tú el que supera los momentos difíciles trabajando más o eliminando la pereza que siempre está acechando…;  al final, depende de ti hacerlo, solamente de ti.

No sé si huyo de mi o de algo, no sé si con este acto enérgico y vigoroso me encuentro a mí mismo. Sé que corriendo contra el viento helador –típico de nuestra tierra en nuestros duros inviernos–, me ha hecho más fuerte, pero más escéptico. Además el carácter del castellano está muy marcado e influenciado por la dura climatología. Dicen que somos recios pero honrados, así como muy críticos ante todo y, principalmente, en lo que acontece en nuestro entorno, porque somos muy exigentes.

Por todo ello, el correr es espectacular, es un premio, un sueño idealizado y anticipado cada día que sales a correr…, pero alcanzar el final no es una meta, es un principio para buscar otro reto, otra motivación, que bien pudiera ser…

Esa que cada día nos levanta del lecho y nos hace empezarlo con la ilusión de que, hoy sí, seremos capaces de cambiar este mundo lleno de conflictos inter-raciales, de enfrentamientos bélicos, de los tremendos abusos que ejercen las potencias más poderosas generando además enormes y terribles desigualdades y, finalmente, de todas las injusticias sociales que padecemos un día tras otro.

Pero…, cuando consigo traspasar la línea de meta, el cansancio y el dolor hace que despierte de mi sueño –que no era tal–, era la fuerza que me insuflaba, que me impulsaba y que necesitaba en mi mismo, para poder superar mis propios límites y lograr alcanzar la línea de llegada.

Algún día, para tratar de vencer al esfuerzo,  espero tener que cambiar de tema y de sueño. Más bien o principalmente, por estar ya conseguido y conquistado, además de totalmente desfasado; ese día…, seguro que podría ser o acercársele bastante, al del bienestar general y la felicidad completa.

 

Author: Castronuño

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