AMIGAS Y RIVALES

II Concurso de relatos breves de la Biblioteca Municipal de Castronuño

Autora: Carla Gómez López (Castronuño)

Categoría: 1 (niñas y niños de 8 a 11 años)

 

Esta es una historia que habla del valor, de la esperanza, pero sobre todo de la amistad. Y
ahora os la voy a contar.
Carla y Ana eran amigas desde siempre. Nacieron las dos en un pueblo de Castilla,
concretamente en Castronuño, un pueblo fuera de lo normal. Es un pueblo, donde podían
disfrutar de maravillosas vistas y gozar de la libertad y el aire puro.
Fueron juntas al parvulario, eran vecinas, y además siempre jugaban por la muela.
¡Eran amigas del alma! También iban al mismo polideportivo, pues a las dos les encantaba el
deporte y su sueño era ir juntas a las Olimpiadas y ganar la medalla de oro.
Todo su tiempo libre lo dedicaban a entrenar, lo hacían a todas horas, y por todo el pueblo, no
había ningún oriundo que no las hubiera visto hacer voltereta, el pino,… era su gran sueño.
Una tarde, Carla llegó muy triste al entrenamiento, tenía que hablar con su amiga, lloraba sin
parar.
-¡Ana tengo que contarte algo, ven, deprisa!
-Carla ¿Qué te pasa? ¿Ha ocurrido algo?
-Sí, algo muy grave –respondió su amiga-. ¡Trasladan a mi padre en el trabajo y no tenemos
que mudar.
La cara de Ana cambió, pero aún así intentó animar a su amiga diciendo:
-No te preocupes, nada podrá separarnos, pero ¿Dónde iréis?
-Muy lejos, a Estados Unidos
Entonces Ana comprendió la tristeza de Carla, pues ella empezó a sentir la misma. Las dos
niñas se fundieron en un gran abrazo, el más fuerte que nunca se habían dado, y entre
lágrimas prometieron que siempre estarían unidas.
Cuando Carla se fue, Ana se quedó muy triste, pues era su mejor amiga y la quería mucho.
Pero las dos niñas tenían la esperanza de volver a verse, y sabían que algún día se volverían a
encontrar.
Las niñas fueron creciendo y viviendo cada una en un país diferente, habían perdido el
contacto.
Ana siguió entrenando, con el tiempo, tuvo que marchar de su Castronuño del alma, a
Barcelona, ya que había conseguido una beca olímpica para seguir su preparación, pero no
dejaba de pensar en su querida amiga, y en sí seguiría entrenado, pensaba sobre todo si aún se
acordaría de ella.
Un día llegó su entrenador con una gran noticia:
-¡Nos vamos a las Olimpiadas! Te has esforzado mucho, es hora de que tu esfuerzo se vea
recompensado.
Era la noticia con la que tanto había soñado, pero no pudo evitar pensar en su amiga, sin ella
no sería lo mismo.
Viajó a Londres, donde celebraban las Olimpiadas, había entrenado mucho, y se notaba, pues
era una de las mejores gimnastas.
Por fin llegó la última prueba, había llegado Ana y una niña que era americana. Era la final, y
Ana salió al tapiz con el maillot soñado ( en él estaba estampada la curva del río Duero al
paso por su pueblo) para darlo todo, y así fue, sonó la música elegida por su entrenador y
realizó todos sus ejercicios a la perfección. Después, de terminar los jueces dieron sus
puntuaciones y al ver la nota tan alta que consiguió, le entro un escalofrío por todo el cuerpo,
pensando que lo había logrado.
Al momento, salió la americana al tapiz, y al ver su cara, me sonaba, pero no sabia de que.
Ella también lo hizo perfecto, y los jueces le dieron la misma nota que a mi.
Así que compartirían la medalla de oro ambas.
Cuando subieron al podio, cuando de repente sintió algo en el corazón, algo que si saber
por qué, le hizo mirar a su contrincante,….
Sintió un escalofrío ¡No podía ser! ¡Era Carla, su gran amiga, y también su rival! Ana sin
dudarlo extendió su mano para coger la de su amiga, ¡subieron al podio juntas! ¡Era el
sueño de las dos! Esta es una historia que habla del valor, de la esperanza, pero sobre todo de la amistad. Y
ahora os la voy a contar.
Carla y Ana eran amigas desde siempre. Nacieron las dos en un pueblo de Castilla,
concretamente en Castronuño, un pueblo fuera de lo normal. Es un pueblo, donde podían
disfrutar de maravillosas vistas y gozar de la libertad y el aire puro.
Fueron juntas al parvulario, eran vecinas, y además siempre jugaban por la muela.
¡Eran amigas del alma! También iban al mismo polideportivo, pues a las dos les encantaba el
deporte y su sueño era ir juntas a las Olimpiadas y ganar la medalla de oro.
Todo su tiempo libre lo dedicaban a entrenar, lo hacían a todas horas, y por todo el pueblo, no
había ningún oriundo que no las hubiera visto hacer voltereta, el pino,… era su gran sueño.
Una tarde, Carla llegó muy triste al entrenamiento, tenía que hablar con su amiga, lloraba sin
parar.
-¡Ana tengo que contarte algo, ven, deprisa!
-Carla ¿Qué te pasa? ¿Ha ocurrido algo?
-Sí, algo muy grave –respondió su amiga-. ¡Trasladan a mi padre en el trabajo y no tenemos
que mudar.
La cara de Ana cambió, pero aún así intentó animar a su amiga diciendo:
-No te preocupes, nada podrá separarnos, pero ¿Dónde iréis?
-Muy lejos, a Estados Unidos
Entonces Ana comprendió la tristeza de Carla, pues ella empezó a sentir la misma. Las dos
niñas se fundieron en un gran abrazo, el más fuerte que nunca se habían dado, y entre
lágrimas prometieron que siempre estarían unidas.
Cuando Carla se fue, Ana se quedó muy triste, pues era su mejor amiga y la quería mucho.
Pero las dos niñas tenían la esperanza de volver a verse, y sabían que algún día se volverían a
encontrar.
Las niñas fueron creciendo y viviendo cada una en un país diferente, habían perdido el
contacto.
Ana siguió entrenando, con el tiempo, tuvo que marchar de su Castronuño del alma, a
Barcelona, ya que había conseguido una beca olímpica para seguir su preparación, pero no
dejaba de pensar en su querida amiga, y en sí seguiría entrenado, pensaba sobre todo si aún se
acordaría de ella.
Un día llegó su entrenador con una gran noticia:
-¡Nos vamos a las Olimpiadas! Te has esforzado mucho, es hora de que tu esfuerzo se vea
recompensado.
Era la noticia con la que tanto había soñado, pero no pudo evitar pensar en su amiga, sin ella
no sería lo mismo.
Viajó a Londres, donde celebraban las Olimpiadas, había entrenado mucho, y se notaba, pues
era una de las mejores gimnastas.
Por fin llegó la última prueba, había llegado Ana y una niña que era americana. Era la final, y
Ana salió al tapiz con el maillot soñado ( en él estaba estampada la curva del río Duero al
paso por su pueblo) para darlo todo, y así fue, sonó la música elegida por su entrenador y
realizó todos sus ejercicios a la perfección. Después, de terminar los jueces dieron sus
puntuaciones y al ver la nota tan alta que consiguió, le entro un escalofrío por todo el cuerpo,
pensando que lo había logrado.
Al momento, salió la americana al tapiz, y al ver su cara, me sonaba, pero no sabia de que.
Ella también lo hizo perfecto, y los jueces le dieron la misma nota que a mi.
Así que compartirían la medalla de oro ambas.
Cuando subieron al podio, cuando de repente sintió algo en el corazón, algo que si saber
por qué, le hizo mirar a su contrincante,….
Sintió un escalofrío ¡No podía ser! ¡Era Carla, su gran amiga, y también su rival! Ana sin
dudarlo extendió su mano para coger la de su amiga, ¡subieron al podio juntas! ¡Era el
sueño de las dos!

Author: Castronuño

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