Gonzalo, quinceañero de pelo castaño y unos preciosos ojos color café, despertó en casa de
su abuela, en la muela, miró su iphone, tenía un mensaje, Raúl preguntaba si iba a ir a la
fiesta de esa noche, Gonzalo confirmó asistencia, le gustaba mucho salir con sus amigos de
juerga y bailar hasta las tantas, además tenía ganas de conocer a alguien, la mayoría de sus
amigos tenían pareja y era el único “pringado” sin pareja, para él podía ser un comienzo.
Mientras Gonzalo despertaba en Castronuño, una muchacha de 16 años, pelo castaño y ojos
azules hacía las maletas en Vigo, donde había ido a parar cuando su padre no pudo pagar la
hipoteca de su casa en Castronuño. Iría a ver a Leire, una amiga de la infancia. Estaba
emocionada ya que hacía varios meses que no la veía. A ella justo le entró un mensaje, era
Leire“ Hola Irene, adivina que, esta noche hay una fiesta en mi pueblo, ¿te apuntas? ”Y
aunque era tímida aceptó. María, su mejor amiga, se marchó a EE.UU y necesitaba salir,
conocer gente nueva y esa fiesta era una gran oportunidad. En el viaje, fue pensando cómo
aprovechar al máximo el tiempo con su amiga, quería disfrutar del sol, la piscina, la peña…
Gonzalo estaba en su habitación tumbado con el móvil de la mano, pensando en la fiesta,
quería empezar algo, pero le asustaba después del rechazo de Ángela que le dio calabazas el
día que se declaró. Ella fue dulce pero se sintió igualmente dolido.
Irene bajó del autocar en la gasolinera con sus maletas, al pasar por la Plaza de los Versos
distraída, camino de calle Real, vio a un chico guapísimo, tanto que cuando él pasó se giró
para volver a observar.
Mientras, Leire preparaba su casa, la visita de Irene era importante para ella, era a quien le
contaba todo, aunque ya no estuvieran juntas como cuando eran pequeñas, habían crecido
juntas y Leire tenía unas ganas tremendas de darle un abrazo después de tanto tiempo.
Por fin Irene llegó, después de ese ansiado abrazo, hablaron e Irene mencionó al chico con el
que había visto en la plaza de los versos, Leire no le identificaba, pero le resultaba familiar.
Eran las seis y Leire propuso ir a la peña, para encontrarse con sus amigos e Irene aceptó.
Gonzalo y Raúl quedaron a esa misma hora, fueron a la peña para encontrarse con la novia de
Raúl. La conoció hace un par de meses y estaba enamoradísimo, suerte que ella sentía lo
mismo. Parecían dos gotas de agua, eran igual de extrovertidos y tenían las mismas aficiones.
Esto provocó que Raúl empezará a descuidar, sin darse cuenta, su amistad con Gonzalo.
Irene y Leire llegaron a la peña donde, inesperadamente, Irene vio una cara conocida
–Leire, ¿recuerdas lo que te dije en casa?…pues mira el chico que está a la derecha de la
tele.
– ¡Uy! pues has tenido suerte, se llama Gonzalo y todavía no tiene novia.
En ese momento Gonzalo se percató de que las dos muchachas le observaban y se acercó
–Hola!, ¿tu no eres la chica que hace unas horas bajaba unas maletas por la calle Real?
–Si, me llamo Irene, he venido aquí a pasar el verano.
–Yo me llamo Gonzalo, encantado de conocerte.
Leire les dejo solos un momento. Mientras Gonzalo e Irene estuvieron hablando y
conociéndose un poco. Después de una tarde juntos, se apreciaba feeling entre los dos.
Ya se encaminaba a la fiesta. Gonzalo siguió hablando con Irene, le gustaba mucho su
sonrisa y ella se perdía en sus ojos color café cada vez que le miraba. Se lo pasaron genial,
tuvieron su momento en la pista de baile,y también Leire compartió bonitos momentos con
ella. Aunque la guinda de la noche fue la despedida de Gonzalo e Irene, con un beso.
Al día siguiente, Irene despierta sintiendo que conoce a Gonzalo de toda la vida, después de
que Leire le contara todo el recorrido de su vida anoche tras la fiesta.
Gonzalo también despierta pensando en ella, en su sonrisa, en el baile y por supuesto en la
despedida. Siente muchas ganas de volver a reunirse con Irene.
Ahora entendía mejor a Raúl, quería hablar con él y quedaron en el bar de Susana.
–Tío hay algo que me gustaría comentarte. Cuando empezaste a salir con Lara me rallé
bastante por que me sentía un poco desplazado.
–Pues es verdad que hacía tiempo que no quedamos, pero esa nunca fue mi intención.
Cuando empecé a salir con ella quería pasar cada instante a su lado.
–Te entiendo, por que me está pasando lo mismo con Irene y eso que acabo de conocerla.
–Me alegro de que hayamos hablado, me sentía mal por la situación.
– Yo también me he quitado un peso de encima.
Saltando de un tema a otro la mañana pasó volando. Raúl miró el reloj y su cara cambió.
– ¡Mira la hora! Mi madre me mata ¿quedamos esta tarde en la peña para jugar al
fornite ?
–De acuerdo, allí nos vemos.
Pasaron la tarde jugando entre risas y bromas, como hacían antes de tener novia.
Durante el verano, Gonzalo e Irene siguieron quedando. Irene conoció a sus padres, cuando
fueron a merendar a su casa después de un largo paseo por la Muela. Eran muy majos,
aunque a Gonzalo le cayó un cuarto grado. No la reconocían como descendiente del pueblo.
El final del verano se acercaba y con el, el momento de despedirse. Irene tenía que regresar
dejando en Castronuño a dos personas muy importantes para ella Gonzalo y Leire.
Antes de coger ese autobús, ambos sabían que mantener la relación sería difícil, pero
decidieron intentarlo con todas sus fuerzas, sintieron una inmensa tristeza en el momento en
el que Irene puso el pié en el primer escalón del autobús.
El viaje se presentaba largo y aburrido pero una sonrisa iluminó su cara al recordar los
emocionantes momentos vividos revisando la galería de su iphone.
Al llegar a casa Gonzalo se tiró sobre su cama, había quedado con Raúl. No tenía ganas de ir,
parte de su alegría se había ido en ese autobús, pero decidió salir y distraerse.
Irene tenía que acercarse al instituto a buscar su horario, es lo que tiene septiembre, empieza
la rutina. En recepción estaban la secretaria y un chico de pelo castaño y rizado y unos
brillantes ojos azules. Mientras la secretaria buscaba el horario, se sentó a su lado y le saludó,
–Hola, soy Lucas ¿y tú quién eres?
–Ehh…soy Irene.
Le pilló desprevenida. Estaba observando le, había algo en el, que le llamaba la atención.
-Eeh… Irene ¿hace mucho que estudias aquí?
–Desde primero de la eso, ¿ y tu? No me suena tu cara.
–Normal, es mi primer año, a mi padre le han dado este nuevo destino en el trabajo.
-Yo tampoco soy nacida aquí, la puñetera crisis nos sacó de mi pueblo, Castronuño.
-¿Y dónde cae eso?
– Es un pueblo de Valladolid.
– Por cierto, ¿En qué clase te ha tocado?
-Pues no lo sé, había venido justamente a que me dieran el horario… ¿y tú?
– Yo en B.
La secretaria encontró el horario, Irene lo recogió y al marchar se giró y le dijo: “Se ve que
vamos a estar juntos”. Cuando marchaba el chico le contestó: “Ya nos veremos”
Irene llega a su casa confundida, quiere a Gonzalo y a la vez le atrae Lucas, y solo le conoce
de un momento, piensa que no es posible que le guste y decide simplemente pasar.
El curso para Gonzalo empieza diferente, dos chicas se le declararon. El sigue pensando en
Irene y su respuesta fue no. Pensaba en Irene, pero presentía que algo había cambiado.
Hoy saluda Lucas, le dice lo bien que le queda su vestido y hablan un rato, aunque Irene no
sabía muy bien de que, a veces dejaba de prestar atención para fijarse simplemente en la
bonita voz que tenía. La conversación acabó al llegar la profesora de mates que les entregó
los ejercicios de ecuaciones corregidos. Irene sacó mala nota, no entendía las ecuaciones de
segundo grado, así que pidió ayuda al mejor en clase, Lucas. Quedaron en su casa :
-¡Buah! No me van a salir en la vida , ¡Son dificilísimas !
-Que si mujer, tranquila, solo tienes que utilizar la fórmula, ¿hacemos un descanso ?
-Sí, me parece buena idea, ¿Que tal un chocolate?
Se sentaron a tomarlo en el sofá, de repente Lucas soltó una sonrisa, Irene se había manchado
de chocolate, ella se sonrojó, él se acercó un poco para limpiarla, y le cogió la cara entre sus
manos para acercarla a sus labios, Irene le rodeó con sus brazos y se dejó llevar. Los dos
lucían una sonrisa en la cara, Irene no lo había planeado, pero su corazón lo tenía claro. Al
llegar a casa, ya entendía las ecuaciones, ahora le preocupaba Gonzalo, ya no sentía lo
mismo, pero no quería hacerle daño como Ángela. Se lo diría en San Miguel
Gonzalo tenía claro que algo había cambiado, tenía miedo de perder a Irene.
Llegó San Miguel, el encuentro empezó con un abrazo y dos besos. Pronto Gonzalo confirmó
sus sospechas, los sentimientos de ella habían cambiado, estaba tan triste que se fue sin
despedirse. Llegó a casa, se sirvió un helado y puso música, típica cura de corazones rotos. El
ya se lo esperaba, pero aún así le dolía. Estuvo reflexionando, a pesar del dolor, entendía que
si Irene ahora quería a otro, quisiera pasar tiempo con él, y pensó que aunque Irene ya no
fuera su novia, seguiría siendo una persona muy importante para él, por eso quedó para
hablar con ella. Irene estaba muy nerviosa desde que le llamó, pensando qué le diría, pero le
dio buenas noticias, al final seguirán siendo amigos.
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