El Río Duero ha dado mucho a Castronuño: un paisaje increíble, una fauna asombrosa, agua para nuestros campos… Hoy toca repasar la historia de aquellos que hicieron del río su medio de vida. Este artículo está dedicado a ellos, me refiero a los pescadores.
Eran numerosas las familias que salieron adelante gracias a la pesca: la familia de los Ponche, como Polo, Requiles, “los Enguila”, “los Chulos”, “los Lechelis” o la familia de Abundio… De hecho, una de las calles del municipio está dedicada a todos ellos.
Para un pescador, la jornada empezaba muy temprano, de noche aún. De esta manera, los peces estaban frescos en el mercado por la mañana. Imagináoslos en su tarea: en frágiles barcas, hechas muchas veces por los carpinteros del pueblo, bajo la luz de un candil, rodeados de humedad, con frío o entre la niebla. Por lo general, con escasas nociones de natación, por no decir ninguna.
Tiraban la red para recogerla llena de bogas, anguilas, barbos… que dirigían hábilmente a la trampa utilizando el varal (especie de pértiga con la que, también, impulsaban la barca, de modo parecido a los gondoleros venecianos). Finalizada la tarea, se recogían los aparejos y se dirigían a la orilla. Lo que hoy conocemos como Senda de los Almendros, fue en su día una de las rutas que seguían diariamente hasta sus barcas. En aquella época llamaron a este empinado camino la senda de los pescadores. Sin embargo, no era el único embarcadero, había otros como, por ejemplo, La Calda. Permítame el lector hacer un inciso aquí: La Calda, por si alguien no lo sabe, era un manantial que se encontraba en la ladera del margen sur del Duero; se le denominó de esta manera porque el agua que brotaba estaba templada. No busquéis La Calda, amigos, pues con la construcción del embalse, subió el nivel del río y el manantial quedó sumergido.
Volvemos a la difícil tarea de la pesca, en una época donde los medios eran rudimentarios. Allí, en el amarradero, con los cuévanos rebosantes, quedaba aún una ardua labor: subir al pueblo, cargando con los peces. Quien ha subido la antes mencionada Senda de los Almendros, se podrá hacer una idea del esfuerzo titánico que hacían día tras día.
Es por todos sabido que la pesca es una actividad de paciencia, de observación pero estas personas tenían un millar de bellísimos estímulos con los que pasar el tiempo: cormoranes, garzas, nutrias, somormujos, martinetes… Podría deducirse que un pescador de aquella época era, seguramente, experto en zoología sin haber agarrado un libro de biología en su vida.
Una vez en el pueblo, cambiaban el medio de transporte acuático por uno terrestre, a veces con vida propia: el burro. Se cargaban los aguaderos y se recorrían los pueblos más cercanos para vender el pescado. No siempre esta tarea recaía en la misma familia de pescadores, pues había personas que trabajaban haciendo estos portes: “los Girones”, Pepe Mona o “el Parro”, que se desplazaba a vender pescado con su bici y su inseparable romana de platillo.
Las mujeres también colaboraban en el oficio. Ellas recosían las redes extendidas en una fachada de la casa. Es decir, toda la familia estaba involucrada en este trabajo ancestral.
No quiero acabar este escrito sin mencionaros a un hombre que muchos vecinos recordarán aún por aquellos pequeños barbos fritos que servía en su establecimiento: “El Repente”.
Los tiempos han cambiado, pero el Duero sigue acogiendo multitud de pescadores en Castronuño. Con decenas de puestos en su orilla norte, el Escenario Deportivo de Pesca de Castronuño es una maravilla. Aquí han tenido lugar importantes campeonatos; el más renombrado fue el Mundial de Pesca por Clubes de 1988.
Para celebrar el XXX Aniversario de dicha competición, se va a celebrar un campeonato conmemorativo de pesca con cebador. El evento está programado para el día 8 de julio, tal como se celebró hace una treintena de años.
El área está preparada para el disfrute de pescadores y familias: tiene mesas, asientos, sombra y sotechado (por si te pilla un nubarrón). Toda la zona se engalana con el puente del ferrocarril de fondo, que confiere cierto toque romántico al lugar.
4 julio, 2018
Gracias por este curioso e iformativo artículo. Me encantan las fotos anteriores a la construcción de la presa.