I Concurso de Relatos Breves de la Biblioteca Municipal de Castronuño
Título: Cloe, la garza que consiguió ser feliz
Autor: Mario Hernández García
Categoría 2 (niñas/os de 12 a 14 años)
CLOE, LA GARZA QUE CONSIGUIÓ SER FELIZ
Muy buenas, soy Zampullín, un joven pájaro de 4 años y os voy a contar mi reciente historia. Lo primero es situarse. Vivo en un frondoso matorral sobre las aguas del embalse que tiene a sus pies el pequeño pueblo de Castronuño.
A pesar de que mis padres son pájaros muy serios y formales, yo soy un ave muy extravagante y extrovertida. Me gusta hablar con todo el mundo y hacer nuevas amistades “plumíferas” en cada lugar que visito.
A nosotros, los zampullines, nos encantan las zonas húmedas del sur y este año decidimos ir a Doñana, en Huelva. Allí conocí a una Garza Real llamada Cloe. Era muy tímida, pero a la vez simpática. Era una garza diferente, por ejemplo, era vegetariana. También le gustaba estar la mayor parte del tiempo sola, decía que a veces lo necesitaba, pues se sentía un poco agobiada por los demás. Ser diferente a la mayoría le trajo muchos problemas, entre ellos las risas y burlas de los otros.
En fin, poco a poco, al hablar con ella y conocer un poco más de su vida, comprendí el porqué de su soledad. Me puse por momentos en sus plumas y entendí algo importante: Cuando haces cosas que no te gustan solamente por intentar integrarte, acabas cansado, harto y sin ganas de estar con los demás. También me di cuenta de la diferencia que había entre ella y yo; ¡¡Vamos, que éramos como el agua y el vino!!
Como a mi bandada le gustó mucho el sitio decidimos quedarnos allí unos meses más. Poco a poco, Cloe y yo íbamos saliendo juntos y contándonos nuestras intimidades. Al cabo de un tiempo, mis padres decidieron que era tiempo de volver. Yo estaba bastante triste, pues sabía que no me permitirían quedarme solo en el sur, así que decidí hablar con mis padres y les dije con mucho énfasis:
-¡¡ He pensado que ya tengo una edad para poder decidir y hacer lo que quiera!!.
Y sin pensarlo ni un segundo mi padre se dio la vuelta y me dijo:
– ¡¡NOO!!
En ese mismo momento, agaché la cabeza y todo se volvió un poco negro. Aunque no entiendo por qué, pues viniendo de mi padre ya me lo esperaba.
Ah, por cierto, esto no os lo he contado. Seguramente, más adelante os preguntaréis porqué mi padre es el único que habla en esta historia. Pues bien, es muy sencillo. Para no alargarme mucho, os lo voy a resumir: a mi madre le comió la lengua un gato. ¡¡Sí, si es verdad!!, no es el tipo de frase hecha que todos conocemos, sino que un día fue a buscar comida para alimentarnos y un gato le comió la lengua.
Pero continuemos con la historia. ¿Por dónde nos llegábamos? ¡Ah, sí! Pues eso, que a pesar de que pensaba que podría decidir yo solo, pues resultó ser que no.
Después de 3 meses más de “vacaciones”, decidimos irnos de nuevo a Castronuño, a nuestras aguas del Embalse de San José. Ya estábamos a la altura de Fuentelapeña, cuando paré un momento a ver si podía beber un poco de agua en algún sitio. Y observé como se acercaba el cuerpo de un ave entre la ténue neblina. Agucé los sentidos y me di cuenta de que era ella, ¡¡Cloe!!.
Durante los pocos segundos que tardó en llegar hasta mí, pensé en cúal sería la razón por la que estaba aquí, con nosotros. Aunque una cosa sí estaba bastante clara. Se había escapado, pero… ¿por qué?
Estaba muy decidido a preguntarle, pero pensé que ese no era el momento aún y no le dije nada.
Tras acercarse me saludó tímidamente y después, calló. Como no estaba seguro de si mi hipótesis era cierta, yo también decidí no hablar. Hubo un incómodo, extraño y peculiar minuto de silencio. Durante esos 60 segundos pensé que deberíamos desviarnos porque si mis padres supiesen que Cloe estaba aquí la apartarían del grupo y se quedaría sola en mitad de España. Me decanté por dejar en el aire la siguiente frase:
– ¿Y si en vez de ir con nosotros entras a la presa por el este?
Bueno, pues mi frase no resultó ser entendida por Cloe y me dijo sin entender nada:
– ¿Por qué?
– Cosas mías – le dije – pero tú hazme caso.
– Pues vale – dijo Cloe –.
Al rencontrarme con mi bandada, todos empezaron a mirarme con unos ojos ligeramente rasgados. También me pareció extraño que mis padres (bueno, mi padre) no me preguntara donde había estado al haber tardado tanto.
Al llegar a la presa me pareció ver una garza entre los árboles y ciertamente era ella. No la saludé como de costumbre, ya que sabía que en aquella situación mis padres podrían descubrir que estaba allí.
Estuve toda la noche sin pegar ojo, pues estaba pensando en qué situación estaría Cloe en aquellos momentos. Al día siguiente pasé todo el tiempo que pude con ella; era lo que podía hacer. Y esta situación que os acabo de contar se fue repitiendo día tras día hasta que ocurrió lo siguiente:
El 27 de febrero era el día de mi cumpleaños y cuando iba a soplar las velas de la tarta… apareció Cloe. Todo el mundo miró hacia la puerta y se creó una atmósfera increíblemente silenciosa. Mi padre me miró desafiante a la vez que mi madre quería decir algo, pero lógicamente, no podía.
Esos momentos acabaron cuando me puse delante de todos y dije:- Pero, ¡¿qué es lo que os pasa con ella?!!
Y lo único que oí como contestación a mi pregunta fue el crujido de una rama que parecía estar a punto de caerse. Y al ver esto tomé yo la palabra y dije:
– Solamente es una garza amiga, nada más… Y seguí bla-bla-bla y bla-bla-bla, hasta acabar de explicar todo lo que habíamos hecho juntos. Sorprendentemente todo el mundo me dio un fortísimo aplauso. Pero alguien del fondo gritó:
– Muy bien, muy bien, pero, ¿quién es Cloe?
– Pues esta gar… – dije yo -.
¡Cloe no estaba allí y nadie sabía dónde estaba! Rápidamente fuimos todos juntos a Buscarla. Yo supuse que se habría marchado al ver como algunos de mis vecinos la lanzaban miradas de desprecio, pero al cabo de un rato la encontré en un árbol, un árbol pegadísimo a la presa.
Allí me contó que esa había sido su casa durante el tiempo que había estado en Castronuño y que la encantaba ese paraje; el río Duero, el puente a lo lejos y esas aguas tan serenas y….
– ¡¿Y qué?! – le dije yo -.
– Pues que me gustaría quedarme aquí, contigo – contestó ella -.
– Estate tranquila que lo solucionaremos. Además, la AAE (Asociación de Aves Exiliadas) está de nuestra parte – dije yo manteniendo la conversación -.
Me pareció que estaba mucho más tranquila y que así podría quedarse con nosotros. También me dijo que no dijese nada de que seguía allí y como buen zampullín le dije que hasta que ella no lo decidiera yo guardaría su secreto como mi mayor tesoro.
Tras varios días de secretismo decidimos decirle a todos los plumíferos galdarros que Cloe había vuelto (aunque realmente no se había llegado a marchar).
Por suerte, mis padres aceptaron la decisión de Cloe y la sellaron con una gran sonrisa, por supuesto mi padre contó una de sus famosas anécdotas, lo que ayudó sin duda, a que todos nuestros vecinos recibieran a Cloe como se merecía. Poco a poco, ella también empezó a sentirse como una más de nosotros.
Y así fue como por fin Cloe consiguió ser una garza feliz, y junto a ella, este zampullín que les habla, también
FIN
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