La sonrisa de los hombres chopo de Alejandro Alonso Díez.

“Quizás buscando siluetas o algo semejante
Que fuera adorable
O por lo menos querible
Besable, amable”

 

Soy  Oxalc III del planeta Ganimedes. Mi abuelo perteneció a los grupos especiales que investigaron el planeta Tierra en lo que allí se llamaba el Siglo XX.

Mi familiar fue a un sitio llamado Castronuño, en la zona Norte del planeta.

Hoy cubro estas páginas gracias a los grandes hallazgos que cambiaron de raíz nuestro mundo ganimediano. En nuestra Historia se llamó El Gran Salto. Gracias a la palabra, a la lengua, al emocionante invento de comunicación del que nosotros carecíamos a pesar de nuestro avance tecnológico colosal. Escribo y escribo emocionado en esta zona “liberada” de Ganímedes que llamamos La Isla.

En esta región hemos conseguido una atmósfera por fin respirable después de adaptar los maravillosos árboles de la tierra que trajeron oxígeno a una atmósfera pestífera de metano que todavía cubre el resto.

Por mi amor al idioma, bueno, a los idiomas, me han nombrado Cronista Oficial del planeta.

Escribo y escribo… por ejemplo sobre las expediciones a Castronuño; la célula de mi abuelo solían componerla tres Slendermen. Veréis que ahora uso palabras de varias lenguas. Antes sólo nos comunicábamos por telepatía. Todo era tecnológico y racional…pero Ganimedes vivía en la tristeza.

Eso no lo percibían los terrícolas. En Castronuño, pueblo famoso a raíz de nuestras visitas, veían con admiración la pericia de nuestras naves, les asombraba nuestros movimientos diabólicos en zig-zag, venciendo el momento de inercia. Si ellos supieran que viajamos con facilidad por agujeros negros, y si imaginaran la distancia física que nos separa…como se dice en español “alucinarían”. Y llevados por  esa admiración deducían que también seríamos un mundo feliz.

Pero no lo empezamos a ser hasta ahora. Trajimos también la otra gran gloria del planeta azul: el agua.

Mucho se investigó debajo del mar y de los embalses para conseguirla, por eso las zonas calientes de Ovnis estaban donde había agua: en las Canarias, o en Castronuño…

A mi abuelo Oxalc I y su equipo (les llamaron los hombres chopo en ese pueblo) y a todos nosotros nos extrañaba por el contrario el escaso desarrollo científico; no queríamos intervenir nunca físicamente en la Historia de la Tierra, aunque con lo de Internet les echamos una mano apoyando su extensión por el planeta. Habían generado una herramienta colosal de conocimiento colectivo y nuestros “espías” allí hicieron “trabajitos” para potenciarlo. (bueno, esto es top secret) pero es que  me emociono al usar el idioma de Cervantes y me voy de la lengua….

Por cierto, recuerdo a nuestro espía que dejamos en Morales de Toro en aquellos años. Resulta que aprendió el lenguaje humano y como el idioma es fuente de libertad  resultó ya ingobernable para nuestras naves. Sin embargo nos envió informes importantes de los niveles de óxido nítrico  en las grandes ciudades y la ausencia de éste en los pueblos que nos han valido para crear nuestra nueva atmósfera de La Isla. Recuerdo sus informes: “datos óxido nítrico antes de Simancas”…”datos óxido nítrico después de Simancas”… “datos de Madrid”

A los Ganimedianos ahora nos empiezan a crecer los dientes y muelas; en la tierra ponderaban nuestros grandes cerebros, desproporcionados respecto al cuerpo, pero no veían que no teníamos dientes porque no conocíamos el alimento sólido ni el líquido. Mi primo, ¡que hermosas palabras familiares del castellano! se dedica a la gastronomía, está emocionado,  como yo lo estoy con el lenguaje, desde que descubrió la cocina mediterránea; bueno su especialidad son los molletes y la de otro vecino los rebojos, y se pican entre ellos…

No hay tampoco quien le saque del huerto que siembra con semillas del Planeta Azul.

Y con la dentadura nos empieza a crecer la sonrisa: la señal de la alegría, ese sí el invento definitivo que revolucionó Ganimedes: La sonrisa de los hombres chopo. Y todo quizá  gracias a Castronuño y a sus paisanos, mi alma se recrea en las palabras… “paisanos”…qué lejos de los vocablos racionalistas: “informantes” les llamábamos antes del Gran Salto.

Con el lenguaje, el oxígeno, el agua y la comida… cambiaron nuestras relaciones sociales; bueno, yo diría nacieron nuestras relaciones desde un mundo gris de acero y silencio. Ahora me recreo en la palabra abuelo…y en otras miles… alfaguara, almendro, teso, nenúfar, pan, montaña, fuente, paloma, atalantar… Plantas y animales han empezado a reverdecer nuestro hábitat.

En la ecología  me he puesto serío con los terrícolas , como tengo ciertos cargos en el Estado de Ganimedes estoy influyendo en los espías en la tierra para que los humanos no destruyan todas  estas maravillas que parece no aprecian en su mundo moderno tanto como nosotros ahora que empezamos a disfrutarlas.

Tampoco entendían en la Tierra que en vez de abducir a científicos subiéramos a las naves a gentes como las de Castronuño. Para nosotros era claro. Poco podíamos mejorar técnicamente  estudiando el cerebro de los científicos terrestres. En cambio los lugareños tenían lo que anhelábamos: aprendimos costumbres, gastronomía, cantares, la belleza de los gestos, la amplitud del  lenguaje….todo lo que nos faltaba. ¿Sabrán conservar todo esto los terrícolas, o lo degradarán como la naturaleza? No, definitivamente, no me voy a quedar de brazos cruzados. Voy a meter caña a los espías. Bueno no se exactamente si se dice meter caña. Es curioso, aunque cargué todo Internet en mis circuitos en sólo tres horas de conexión todavía encuentro muchas lagunas en mi comprensión del lenguaje español;  de los cuadernos de mi abuelo estudio ahora expresiones como: “bobo melero” “¿a qué ton?” ”este es un tolón” “está como un cuévano” “estoy lanciando”…cuánto me queda por aprender sentado en mi escaño en La Isla, mirando la foto del Planeta Azul colgada en mi negrillo.

Aquí pasa las horas Oxalc III, nieto de Oxalc I, junto a mi casa, bajo el nogal y el negrillo que plantó mi abuelo con simiente de Castronuño. En el nogal cuelga el espejo en el cual cada poco  me miro mi sonrisa, que es la nueva sonrisa de los Hombres Chopo.

Author: Castronuño

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