El pueblo perdido

IV CONCURSO DE RELATOS BREVES DE LA BIBLIOTECA MUNICIPAL DE CASTRONUÑO

Título del relato: El pueblo perdido 

Categoría 1 (de 8 a 11 años)

Autor: Diego de la Puente de Castro

Un día, unos aventureros, fueron a un museo en el que había un montón de objetos antiguos. En especial, el más antiguo, era un pergamino que tenía un dibujo sobre un pueblo perdido llamado CASTRONUÑO. Debajo del pergamino había una plaquita en la que ponía una leyenda que os voy a relatar:

Hace muchos, pero que muchos años, en un pueblo castellano llamado CASTRONUÑO estaban construyendo una bodega y de repente el pico no pudo atravesar más piedra. Los mineros decidieron sortear ese tramo por los dos lados y cuando estaban picando por uno de ellos algo les cegó la vista. Miraron hacia la luz y vieron un pedacito dorado. Siguieron cavando cerca de la piedra luminosa y, picando y picando, apareció ante ellos un pedrusco gigantesco de oro. Los mineros lo subieron a la superficie -¡Oro, era oro!- . Estaban muy contentos. El minero jefe, muy nervioso, fue corriendo a la casa del Alcalde con la piedra y le contó que habían encontrado muchas más piedras doradas. Se lo contaron a todo el mundo en un pleno del Ayuntamiento y tras debatir en qué lo emplearían decidieron utilizar el oro para mejorar las calles y las casas del pueblo. Nunca se había visto un pueblo más bonito: con fuentes nuevas, calles asfaltadas y casas reconstruidas con lujosos materiales.

Unos años después, el pueblo vivía contento y en armonía. Pero un día, cuando el  tesorero del Ayuntamiento iba a entrar en la cámara donde se guardaba el oro que había sobrado, se encontró una nube densa y morada que olía a azufre y pólvora. Salió corriendo para avisar a las gentes del pueblo y notó como el suelo se movía a sus pies. En las calles periféricas del pueblo se abrió el suelo y, como por arte de magia, el pueblo entero comenzó a moverse en dirección al sur. Flotando varios metros sobre la tierra el pueblo se fue alejando de Castilla hacia el sur. Salió incluso de España y fue a parar a  una densa jungla perdida del Norte de África. Nunca se supo más ni del oro,… ni del pueblo”.

Los jóvenes aventureros decidieron descubrir la gran leyenda… la leyenda del antiguo pueblo perdido  CASTRONUÑO  y se fueron andando en su búsqueda.

– ¡Ya no puedo más, ya hemos hecho 5Km! –dijo Manuel, el más cansado y vago.

– ¡Venga, ánimo! –dijo Juan, el más rápido.

– Todavía queda un buen rato de andar- dijo Daniel el más, aventurero.

Se dieron que andando no llegarían muy lejos. Así que planificaron su viaje a África en avión, tren, barco, todoterreno, canoa, bicicletas, caballo, otro tren, un camello, un autobús. En fin, que hasta que llegaron a la jungla africana habían utilizado todos los medios de transporte habidos y por haber.

Tuvieron que esquivar 7 elefantes, 5 búfalos, 8 serpientes y 11 hipopótamos y, para colmo, todavía les quedan muchos animales más por esquivar.

Daniel llevaba puesto una camisa color canela y un pantalón vaquero. En su cinturón tenía un puñal, una granada de mano y un Revolver. Además llevaba un rifle, una cantimplora y una brújula. Juan llevaba camisa color blanco, un pantalón corto y una escopeta. Manuel tenía puesta una camisa hawaiana,  un pantalón corto vaquero y una pistola llamada “mini-gun”.

Tuvieron que atravesar una selva:

–  ¡Jopetas!, ¡Vaya rollo!, dijo Manuel.

–  ¡Venga, ánimo!,-comentó Juan.

– Anda, una avioneta!-exclamo Daniel. En mitad de la selva se encontraron una avioneta colgada entre los árboles.

Cuando iban hacia la avioneta una gran serpiente apareció delante de ellos y los persiguió.

– ¿Cuándo va a parar?-dijo Manuel

– Cuando ella quiera-informo Daniel

Después de un buen rato de correr, encontraron un escondite en el que la serpiente no les vio y cuando se fue ya pudieron hablar.

-¡Me importa un pepinillo en vinagreta esa leyenda del pueblo perdido! ¡Yo me voy!-exclamo Manuel.

-¡Oh! ¡Te pierdes lo bueno! ¡Allá tu! ¡Allí hay un poblado!-Le  avisó Daniel que estaba mirando hacia lo lejos.

-Hummmmm, mejor me quedo-respondió Manuel.

Nada más llegar al poblado Juan exclamo alucinado:-¡menuda aldea!

-¡y su comida no está mal!-dijo Manuel, mientras estaba engullendo 7 pastelitos A LA VEZ.

Después de unos días, todos, se fueron de la aldea con rumbo al desierto.

Cuando  llegaron al desierto, se encontraron con unos coches todoterreno: “Honda”, Jeep y Land Rover.

Cada uno eligió en un coche: Manuel eligió un “Honda”, Juan un Jeep y Daniel, un Land Rover.

Los coches tenían el depósito lleno, Daniel lo había comprobado. Manuel de asomó a su todo – terreno y lo primero que vio fue a un esqueleto al que llamó “asqueleto” porque le daba mucho asco.

Condujeron con los coches hasta llegar a una jungla en la que había un río. En él había mogollón de barcos dados la vuelta y otros tantos abandonados en una roca, o abandonados en la orilla en la que ellos estaban. Utilizaron uno y cruzaron sin complicaciones. Cuando llegaron a la orilla, Daniel asomó la “jeta” por el río y estornudó gracias a una corriente de agua, y vio a un tiburón kilométrico que le decía “¡Salud!” mientras hacía punto. Daniel no daba crédito a lo que había visto. Siguieron su camino sin decir una palabra, pues pensaban que si hablaban perdían fuerzas por la boca.

Daniel iba delante, cortando las hojas y las ramas con el machete. De pronto, vio que se abría un camino con árboles a los lados que tenían unas hojas de un tamaño descomunal. Cortó una de las ramas y apareció una fuente y unas escaleras. ¡Era la Fuente de la salud de la aldea de CASTRONUÑO! ¡Habían encontrado el pueblo!. Los tres exploradores saltaron de alegría.

Entraron en el pueblo y les recibieron sus habitantes.

  • ¡Bienvenidos forasteros! Dijo una señora del pueblo ¿Venís por mucho tiempo? ¿Cuándo os vais?
  • ¡Échate un trago, valiente! Le soltó a Juan un señor del pueblo mientras le ofrecía una bota de vino.

El Alcalde les recibió en el Ayuntamiento y les explicó que tras el alucinante viaje a África, en el pueblo se habían acostumbrado al clima tropical. Habían cambiado el Duero por el “Nilo-ves, ni te importa”. Y en las fiestas del pueblo, en lugar de bailar “el palillo”, bailaban el baile del palillo para los dientes del cocodrilo.

Los tres aventureros se quedaron en CASTRONUÑO, un pueblo maravilloso con bares donde estos tres amigos se tomaron una copa de vino africano, varias fuentes en las que bebieron e innumerables casas con las personas más amables, cariñosas y amigables del mundo.

Author: Castronuño

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