Entrevista a María Sotelo

Entrevistamos a María Sotelo, descendiente de Castronuño, estudiante de Filología Hispánica, que se autodefine como “poeta en prácticas”.

¿Cómo surgieron tus inicios en el mundo de la literatura?

Desde pequeña he sentido inquietud por la lectura y mis padres también son ávidos lectores, por lo que he tenido la suerte de crecer entre libros. Además, la música, pero sobre todo las letras, del cantante Enrique Bunbury me motivaron mucho a expresarme a través de las canciones en un comienzo, aunque terminé decantándome por la poesía, ya que me sentía más libre a la hora de escribir.

Dices de ti misma que te encuentras perdida en los senderos de la poesía, fotografía y música. ¿por qué te has decantado por este estilo cultural?

La música y la poesía en mi creación y en mi vida están muy ligadas. Como mencionaba antes, mis inicios fueron con letras de canciones, pero fui extendiéndolas y quitando los estribillos hasta que se convirtieron en poemas. Además, me suelo inspirar mucho con la música de toda índole, desde el rap de cantantes como Vito, el indie de grupos como Vetusta Morla, pasando por cantautores como Nacho Vegas, hasta el rock de Bunbury y el folk de La M.O.D.A., entre un larguísimo etcétera. La fotografía también ha estado muy relacionada a la música, ya que me encanta fotografiar conciertos, pero en mi blog de poesía también la uní con esta otra arte, ya que muchos de los encabezados de las entradas del blog eran fotografías tomadas por mí. Y bueno, en los senderos de la poesía y de la literatura en general estoy perdida casi todos los días, ya que como apuntabas antes, estudio Filología Hispánica, por lo que mi día a día son lecturas y ampliar conocimientos sobre esto. Creo que desde que estudio la carrera, en mi poesía ha habido un cambio que intento reflejar en nuevos poemas que voy dejando en diferentes redes sociales y que, ojalá, en un futuro se conviertan en una nueva publicación. Tengo influencias nuevas, muchos más conocimientos y creo que el crecimiento en el plano poético ha sido bastante amplio y espero ser capaz de reflejarlo en estos textos.

Foto: Manuel Galán

¿Qué significa “ser de verso duro”?

Para mí, ser de verso duro es que tu poesía tenga una carga social importante. Además, siempre me he considerado una persona bastante fuerte y valiente, ya que peleo por lo que quiero. Por lo que, jugando un poquito con ese hueso duro, di con esta expresión que creo que define tanto a mi poesía como a mi persona perfectamente.

Comenzaste a escribir a los 15 años, ¿cómo ha sido tu trayectoria literaria?

Pues he tenido la suerte de recibir muchos apoyos, sobre todo desde casa. Sin ellos, estoy segura de que seguir adelante con este sueño habría sido muy complicado, porque, como apuntas, solamente tenía 15 años y el haber ido a tantos recitales, haber conocido a tantas personas, no habría sido posible sin el gran apoyo de mis padres. A parte de esto, ahondando más en lo literario, creo que hay una bonita evolución que se puede ver en “Ya no hay excusas” porque, además, intenté colocar los poemas en el orden que fueron escritos para que tuvieran una sintonía. Al final, es una recopilación de esos poemas de adolescencia que retratan a una persona que está viviendo nuevas experiencias, sintiendo cosas diferentes, sumado a la pasión que se le pone a todo cuando eres joven. Asimismo, creo que se ven reflejadas las influencias literarias que tenía en esos momentos, como la poesía de Neruda o de autores contemporáneos como Escandar Algeet o Pablo Benavente, quien tuve la suerte de que me escribiese uno de los prólogos.

Has obtenido la beca Kafka 2020, que te ha permitido publicar tu poemario “Ya no hay excusas”, ¿qué ha supuesto esta publicación para ti? y, ¿qué opinas sobre la promoción de la cultura con este tipo de ayudas?

Me siento muy afortunada de que mi proyecto fuese el elegido para esta beca, la verdad. Esta publicación ha supuesto el conocer todo el trabajo que hay detrás de los libros, poder ahondar un poquito más en ese mundo, lo complicado que es hacer la selección de poemas… Tenía bastante claro cómo quería que fuesen algunos aspectos del libro, como la idea de la portada o el que esté dividido en secciones. Pero hubo otras decisiones que cambiaron o se tomaron por el camino, y de ellas se aprende mucho. También esta publicación ha supuesto una gran esperanza para este año que se volvió tan negro al poco de sacar a la luz “Ya no hay excusas”, así que el poder seguir con esta ilusión me ha ayudado mucho a superar algunos momentos.

Respecto a la promoción de la cultura con este tipo de ayudas me parece algo estupendo. Creo que habría que escuchar más a la gente joven, que tenemos mucho que decir. Hay veces que por este hecho te cierran algunas puertas o también influye mucho el alcance que tengas en redes sociales. Creo que hay personas que tienen unos proyectos asombrosos y por falta de medios no pueden hacerlos realidad, así que apuestas por la cultura como las que hace Kafka son una muestra de que se puede apoyar económicamente y ofreciendo un escenario para dar visibilidad a esta clase de proyectos que, seguramente, sean la punta del iceberg, el comienzo de algo muy grande, pero también un peldaño imprescindible para seguir adelante. También creo que organismos más grandes y con mayores capacidades deberían tomar nota de este tipo de iniciativa y aprender de ellas.

¿Qué podemos encontrar en “Ya no hay excusas”?

Pues como comienzo, te vas a topar con dos prólogos. Suena extraño, pero fue así. Uno está escrito por David P. Zarain, uno de los dueños de Kafka y de los que coordinan las becas Kafka. Es un prólogo muy bonito y que me emocionó mucho cuando lo leí, porque personas como David me han visto crecer en el plano de la poesía y también en el personal durante estos años y me pareció muy acertado cómo lo reflejó con sus palabras; además, al final explica en qué consisten las becas Kafka para que las personas tengan una idea de qué es este proyecto. El segundo prólogo, como mencionaba, lo escribió Pablo Benavente, un poeta al que admiro y quiero a partes iguales ya que fue quien me puso alas en este mundo de la poesía, por lo que sus palabras tenían que estar en este poemario sin falta.

Como también apuntaba, el libro está dividido en tres secciones diferentes, cada una abierta por un dibujo distinto y original. Me hizo mucha ilusión el contar con ilustradores como Sara Miguel, que fue quien se encargó de la portada, contraportada y la primera ilustración, ya que captó la idea y supo darle su apunte personal, teniendo como resultado unas ilustraciones que me encantaron desde el primer momento. La segunda sección lleva un dibujo que viene desde el otro lado del Atlántico, ya que fue una colaboración con Ricardo Enríquez, quien ilustró uno de mis poemas hace un tiempo y le pedí permiso para poder incluir su arte en “Ya no hay excusas”. Lo mismo sucedió con Meyk Belmonte, aunque esta vez sea colaboración entre vallisoletanos, él me había hecho el dibujo hace unos años y me permitió que su esencia abriese la tercera y última parte del poemario.

Lo que respecta a la poesía, encontraréis poemas de todo tipo, desde el desamor a la lucha social pasando por pequeñas elegías a libros que me han influenciado. Creo que es un compendio de poemas bastante bien estructurado, ya que cada una de las secciones tiene una temática, y que tiene como pequeño hilo conductor esa evolución que he notado a lo largo de los años que comprenden los poemas de “Ya no hay excusas”. Además, como dato curioso, me marqué un Agustín Espinosa (gran escritor surrealista del 27) y a modo de epílogo escribí un poema que resume qué es para mí la poesía. Me parecía un bonito broche para “Ya no hay excusas”.

Tus raíces son de aquí y, a menudo, se te ve por el pueblo, ¿qué es lo que más te gusta de Castronuño?

Mi padre es de Castronuño y parte de mi familia vive allí, por lo que he pasado bastante tiempo, sobre todo en verano, en el pueblo. Lo que más me gusta es los recuerdos que me traen diferentes zonas de Castronuño. Es muy típico, pero la de veces que habré jugado en la Muela, ir a visitar el observatorio de aves con mi padre, los paseos por el campo, los amigos que he tenido allí y la de buenos momentos que hemos pasado, sumado a las nuevas vivencias, como poder inaugurar la estatua de “La Cantarera” con mi poema, que mi abuelo pudiese ir a verme recitar el pasado siete de marzo o la cantidad de oportunidades que me ha brindado Enrique Seoane gracias a la poesía.

Escribiste “La niña barro” para recitarla en el homenaje a las mujeres en que se descubrió la escultura de “La Cantarera”, obra de María Acosta, en Castronuño. ¿Qué sentiste en este acto?, ¿cómo fue para ti?

Fue muy especial porque, como contaba antes, al final son nuevas vivencias que llevas en el alma y que siempre vas a recordar. Se sumaba lo personal de poder ver rostros conocidos que te están escuchando y eso es toda una suerte. Además, gracias a este poema pude conocer más la figura de la mujer en el mundo rural de hace unos años, ya que para escribirlo me informé, leí artículos y trabajos y pregunté a mi madre sobre sus recuerdos de la infancia y si ella recordaba el ver a las mujeres cargadas con el cántaro. Creo que deberíamos empezar a reivindicar más este tipo de figuras femeninas, sobre todo para darnos cuenta de que es algo de nuestra historia reciente y no puede caer en el olvido tan pronto.

Castronuño, además de naturaleza, tiene una importante agenda cultural durante todo el año, ¿cómo valoras que municipios como el nuestro apuesten por la cultura?

Me parece algo estupendo a la par que necesario. Que municipios como Castronuño programen actividades de diferente índole, como el Festival Multicultural, ayuda mucho a que las personas se animen a ir a los pueblos y conocerlos. Creo que una oferta cultural renovada como la que se ofrece en Castronuño también hace que la gente joven se interese y puedan acercarse a descubrir nuevos lugares gracias a estas actividades. Además, en Castronuño durante los últimos años ha habido muchas mejoras y renovaciones, como el reacondicionamiento de la fuente de la salud y de la plaza Mayor o la instalación de los paneles de colores, que dan al pueblo vida y un aspecto más acogedor para los visitantes.

Carlos Martín Herrero 2020

Author: Castronuño

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