I Concurso de Relatos Breves de la Biblioteca Municipal de Castronuño
Título: La niña violinista
Autor: Alma Martín Geijo
Categoría 2 (niñas/os de 8 a 11 años)
Pintura: Ana Gjurinovich
La niña violinista
Hace muchos años una niña llamada Claudia soñaba con ser violinista desde los tres años.
Todos los años, Claudia les pedía a sus padres que la apuntasen a clases de violín pero sus padres no la dejaban. Claudia ya estaba harta de que siempre la dijeran que no, así que tuvo una idea: todos los días Claudia se iba a un sitio donde no la reñían y donde aprendía a tocar sin problemas y encima gratis. Se iba a la casa de su tía que era la mejor violinista del mundo.
Un día se hizo muy tarde y Claudia no había regresado a casa. Sus padres estaban muy preocupados y decidieron ir a buscarla. Buscaron durante mucho tiempo hasta que a la madre se la ocurrió donde buscar y se fueron a la casa de su hermana. Cuando la tía de Claudia oyó el timbre de la puerta le dijo:
-Claudia son tus padres.
Claudia no quería irse y le dijo a su tía:
-¡Porfa, diles que no estoy! Me quiero quedar para que me enseñes más. Es que… ayer por la mañana vi el anuncio de un concurso de violinistas y me gustaría mucho participar y no quiero que mamá se entere.
Pero la madre de Claudia ya se había enterado y también iba a participar.
Al día siguiente en el concurso estaban todos preparados, todos menos Claudia, que era la que más nerviosa estaba. Su tía intentaba relajarla pero no funcionaba. Cuando fue el turno de Claudia y, antes de empezar a tocar, su tía la dijo:
-Mira Claudia, te voy a decir un consejo: cuando estés ahí arriba, antes de empezar a tocar, cierra bien los ojos y piensa en algo que te guste muchiiiísimo, como una tarta de chocolate o un helado gigante. Luego abre los ojos e imagina que todas las personas que están mirándote son ese algo que te has imaginado. Ya verás cómo se te quitan todos los nervios que tengas.
Y así lo hizo Claudia: se imaginó que todas las personas que estaban viendo el concurso eran helados de chocolate y nata (que era su preferido) y se la quitaron los nervios y tocó el violín fenomenal. Lo malo ahora era que otra niña lo había hecho casi mejor que ella. Los jueces estaban muy confusos y no sabían a quién elegir y las mandaron volver a tocar. Esta vez Claudia tocó mejor que la otra niña y ahora estaba claro quién iba a ganar.
Cuando la fueron a dar el trofeo a Claudia la otra niña, que era muy egoísta y envidiosa y lo quería todo para ella, le quitó el trofeo de las manos y salió corriendo. Por suerte la madre de Claudia, que estaba viéndolo todo, le dijo a su hija:
-No te preocupes, cariño, que yo me encargo.
La madre llamó a los guardias que estaban por allí y les contó lo que había pasado. Los guardias fueron detrás de la niña egoísta y la quitaron el trofeo y se lo devolvieron a Claudia y toda la familia se fue a celebrarlo a un parque de atracciones y Claudia se montó en la montaña rusa y se mareó un poco, pero la dio igual porque ese día había ganado el concurso de violín.
FIN
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