LA VERíFICA ESTORIA*

IV CONCURSO DE RELATOS BREVES DE LA BIBLIOTECA MUNICIPAL DE CASTRONUÑO

Título del relato: LA VERíFICA ESTORIA*

Categoría 4 (Adultos)

Autor: Alejandro Alonso Díez

En 2016 sólo tenía el título de mi futura novela: Ordesa**. Ordesa es el Parque Nacional situado en los pirineos oscenses. Definitivamente estaba bloqueado y no sabía por dónde tirar con el libro, rompía borradores, no se ajustaban a ese título obsesivo que debía tener.

Debía buscar inspiración para la novela en otra reserva natural. Numeré los Parques y Reservas naturales de España y con el bingo de juguete de mi hija saqué la bola 3: ¡!Riberas de Castronuño!!

Al alba puse una excusa de un viaje repentino a mi mujer, salí de Barbastro con mi Megane gris y puse en el TomTom el nombre: Castronuño.

Los algoritmos son nuestros gigantes quijotescos y puede que nuestra perdición. El algoritmo del navegador me llevó en dicho pueblo hasta una plazuela graciosa, aunque no parecía la plaza mayor típica del pueblo que yo me esperaba; allí la voz femenina sensual me dijo:” Ha llegado a su destino”.

Me llamó la atención una casa con fachada de ladrillo antiguo, el portón de doble hoja estaba abierto de par en par y en el portal vi una mesa llena de delicias locales: una bolsa con el rótulo “molletes”, pitanza, pastas y bollos, vino tinto y blanco (la botella con su etiqueta “Albillo real”), leche, queso, una cafetera caliente y una sóla taza vacía.  A mi alrededor se veían también objetos antiguos que me despertaron la tentación de entrar. Había una escalera de madera que subía al piso superior. Me senté en el umbral de la puerta. Pasó una hora de suspense y nadie bajó. Nadie pasó por la calle.

Sucumbí a la tentación. Venía con hambre del camino y con el corazón acelerado por el miedo a que me descubrieran, me avalancé sobre el café y las viandas, todas eran deliciosas.

El zaguán estaba lleno de fotografías antiguas, supuse que eran los antepasados de la casa, me llamó poderosamente la atención un piano de pared, una leyenda lateral decía “Casino Chacón 1950”. Al fondo también había un reclinatorio y un cuadro corriente del Corazón de Jesús. Llegué hasta allí y vi que después había otro portal donde estaba colgado el poster típico de los setenta del Che Guevara con la leyenda “Hasta la victoria siempre”.

Me senté de nuevo y pensé “preso por mil, preso por mil quinientos”, así que intenté llevarme al coche la caja entera de pastas, pero al levantarla vi una cuartilla escrita con estilográfica. La cuartilla era de papel barato y por el contrario la pluma carísima porque yo entendía de esto sólo viendo la tinta. Decía: “Estar vivo está sobrevalorado…”

Debajo de la sentencia un sello lacrado de una espada cruzada con una pluma de escribir surmontadas por una paloma con rama de olivo al pico. Era el mismo símbolo del escudo colgado en el dintel del portón de entrada. Y como firma aparecía “Homo mensura”, o sea aquello de que el Hombre es la medida de todas las cosas. La modesta cuartilla tenía sin embargo como marca de agua el Hombre de Vitrubio de Leonardo.

Cogí la cuartilla excitado, sin duda era la clave de bóveda de Ordesa, paseé arriba y abajo entre la decoración patrimonial. Agarré el reclinatorio y arrodillado me puse a mirar a los ojos a aquellos antepasados de la Casa. Pasaron tres horas, o mil horas, quién lo sabe, y al fin ¡Eureka!: mi novela debía rasgar el velo entre los vivos y los muertos. Los humanos somos un fruto indisolublemente compuesto del pasado, presente y futuro.

Objetivo cumplido. Salí corriendo al coche y arranqué. El texto hervía ya en mi cabeza, sólo recorrí cien metros y encontré un alojamiento con vistas espectaculares y hermosísimas precisamente a la Reserva Natural. A la Ordesa de Castilla. A la otra curva de ballesta del Duero.  Mi padre estaba obsesionado con la maravilla de Ordesa y en la Natura de Castronuño se alumbró la que he tenido la honra de que haya sido destacada novela durante varios años. Me quedé bastante tiempo escribiendo en aquel pueblo y en los vericuetos del monte, el regadío, los pinares y las dehesas me sentí como en mi niñez, poblado de antepasados y descendientes que atraviesan nuestra piel y nuestra alma de forma inevitable. Ahora lo entendía: “Estar vivo está sobrevalorado…”

Año tras año volvía a Castronuño. En abril de 2025, una mañana, en los desayunos pantagruélicos que también me ofrecía la dueña del mismo alojamiento de siempre había otra famosa caja de pastas con la almendra de adorno, que parecía un rito local comer pastas y molletes hasta reventar. Hoy acompañadas de limonada.

Me acordé de Homo mensura y levanté la caja de pastas:

¡Otra nota!

Decía: “Don Pedro, calle la Botica” La firma y el sello ya se sabe de quién…

Pregunté a mi anfitriona, y me habló de la vieja botica y el boticario de los años 60, Don Pedro.

Otro allanamiento, la Botica era otro edificio de ladrillo antiguo, raro esto en Castronuño, y tenía otra puerta repujada, destacable… y abierta. El edificio estaba abandonado, pero aún en buen estado. Me colé y allí permanecían los preciosos frascos botánicos de las boticas antiguas. En la rebotica, el mentidero intelectual de la intrahistoria de España, se apilaban estantes con cientos de libros, y otra vez al fondo, junto a una réplica del San Sebastián atado a la columna de la Ermita de Castronuño una alacena con rejas. Dentro un sólo libro, conseguí ver el título: FR-91. “Presos por mil…” así que rompí el candado de la reja y me llevé el libro.

Otra vez la taquicardia… Volé hacia la calle y hacia la Casa Rural que me alojaba.

Al abrir el libro era casi ilegible porque la tinta se había mojado, me quedaba internet, tecleé al borde del infarto FR-91, y descubrí la verífica (verídica y magnífica) estoria de Don Pedro Chacón. Eximio biólogo, veterinario, investigador y boticario de Castronuño (Valladolid) que realizó un avance trascendental en el estudio y tratamiento de los tumores y por nacer en el país y la época equivocada ha quedado no sólo en el olvido sino ha sufrido la ignominia del Sistema. En Castronuño, tan dado a los apodos, ya que Chacón trabajaba día y noche, la Casa de la Botica pasó a llamarse “La luz que nunca se apaga”.

Esa misma noche, por otro impulso subconsciente, me dio por devolver el libro robado a la Botica. Al entrar en la rebotica se oyeron dos gritos de terror, uno el mío y el de otro hombre que allí leía a la luz de una vela. En seguida le reconocí: Samuel Turégano, el famoso epidemiólogo mediático del año del COVID19. Después del susto inicial y del rocambolesco encuentro nos contamos nuestras vidas y milagros y nos hicimos íntimos desde esa misma noche.

Él también había recibido unas llamadas simbólicas para ir a Castronuño. Samuel también tenía su Ordesa particular, su paraíso y su reto, y era precisamente la obra de Chacón, darla a conocer y por fin hacer justicia y así poder tratar a millones de enfermos gracias a aquel genio olvidado castellano, español y castronuñero.

Y, esta vez juntos en otro reto común, también compartimos la que llamamos la Batalla de Ordesa que partió del enamoramiento absoluto que ambos sentimos por la Naturaleza, embelesados por las Riberas de Castronuño. Sí, Samuel llegó a tener gran poder en nuestro país tras la COVID19 y la Batalla de Ordesa fue situar el Medio Ambiente como eje fundamental del desarrollo nacional. España pasó a ser un país verdaderamente ecológico y respetuoso con la Naturaleza. Todo gracias a nuestros cientos de paseos que dimos y seguimos dando en las trochas y caminos de Castronuño. Glosamos lo divino y lo humano, tantos héroes locales que no llegan a la Historia oficial, como el llamado en el pueblo Torcuato el Sastre que inventó la palabra verífico. Cuando en las entrevistas me preguntan si todo lo que cuento aquí es verídico les explico que es algo más, que son hecho magníficos y muchas veces verídicos, son la Verífica Estoria de España.

 

 

*Juego de palabras con La General estoria, que es un libro de carácter histórico escrito a partir de 1270, por Alfonso X el Sabio y sus colaboradores de la Escuela de Traductores de Toledo que pretendía ser una extensa historia universal en castellano.

**Vilas, Manuel: Ordesa (Alfaguara, 2018)

Ilustraciones: DaVinci, Leonardo. Hombre de Vitrubio. Foto de Castronuño.  Fuente internet, autor desconocido.

Author: Castronuño

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