LOS SENDEROS DE LA VIDA

  1. LOS SENDEROS DE LA VIDA

II Concurso de relatos breves de la Biblioteca Municipal.

Autor: Òscar Modroño Alonso (Castronuño)

Categoria  4 (Adultos)

01 de Noviembre de 1938

 

Amanece de nuevo en mi vida, otra mañana fría del mes de Noviembre, la helada caída en la noche se hace notar en nuestras carnes, mal alimentadas y muy trabajadas, en el campo o en la casa de los señores donde se pasan las horas por un triste mendrugo de pan.

Mi nombre es Lucero, nombre heredado de mi madre, tengo tan solo 18 años, pero cargo a la espalda la triste historia de una joven que quedó sin madre, el mismo día que llegue al mundo en la primavera de 1920 . Con un padre alcohólico,  muy dado a  tratar mejor a cualquiera que a mí  misma, porque según él, era la única culpable de la desgracia de haberse quedado viudo tan joven.

Mi infancia transcurrió triste y con carencia de cariño de una madre que jamás pude tener entre mis brazos y poder contarla todas mis necesidades e inquietudes, criada por una abuela paterna insulsa y mal humorada de nombre Raimunda,  la cual a la temprana edad de 8 años ya me puso a servir para poder tener algo que llevarnos a la boca porque según ella con lo que ganaba mi padre no nos llegaba para los tres.

Entre a trabajar en la finca de Cubillas, perteneciente al término municipal de mi pueblo Castronuño. Que es donde yo vivía,  la verdad  lo único que me hacía levantarme cada día, era el abrir los cuarterones que cerraban las ventanas, con cristales rajados, y ver aquellos montes verdes y huertos repletos de buenas hortalizas de los señores pudientes, por supuesto,  pero  mi ilusión diaria era ir a la escuela y reunirme con mi prima Teresa, la única que tenía por parte de madre la cual me trataba con un cariño inmensurable, tenía dos años más que yo pero era una persona muy madura para su edad.

Mi cruda historia comienza en una mañana de Septiembre donde el señorito de la casa que ya llevaba rondándome una buena temporada, con lo cual yo no quería ni acercarme a el porque de bien es sabido, la matraca que nos daban con, ¡¡no te fíes!!, que solo quiere pasar un buen rato contigo,  estaba en la cocina liada con todas las cosas que tenía que preparar para una fiesta familiar, que  los señores ese fin de semana iban a preparar, cuando  con tonterías varias, y llevándome a la despensa se aprovechó de mí ya que creía ser el  dueño de mi vida y el miserable me amenazó  con echarme a la calle con una mano delante y otra de tras,  lloré  destrozada por dentro y por fuera. Pasaron los días y el seguía disfrutando de mi persona, como si yo le perteneciese y pudiera hacer conmigo lo que quisiera.

Llegaba a casa destrozada de trabajar, para una persona, que para mí era escoria.  Al entrar en casa me encontraba con un panorama parecido. Mi padre llegaba de la cantina borracho, como una cuba, y si no tenía la cena encima de la mesa lo pagaba dándome una buena paliza y mi abuela ya mayor y  torpe no hacía  nada en la casa.

En mi mente pensaba ahorrar lo poquito que pudiese, arañando céntimos de lo que me daban para realizar la compra, y cuando encontrase una oportunidad escaparme lo más lejos posible de aquella locura de vida que tenía.

Llegó el día de todos los Santos, fui deprisa a la casona a trabajar y por el camino me abordó el señorito que venía con unas cuantas copas de más,queriendo seguir la diversión conmigo, me tiró al suelo,  yo patalee y le pedí por favor que me dejase tranquila, que tenía que ir a trabajar y llegaba tarde ya que la señora me echaría la reprimenda, tenía a mi mano una piedra que conseguí coger con bastante dificultad y con mis  ojos llenos  de  lágrimas y mis profundos gritos la  levanté  como pude con una sola mano ya que la otra la tenía bien sujeta, por el, con una fuerza descomunal y le asesté un golpe en toda la cabeza.

En unas milésimas de segundo ese cuerpo que tenía encima del mío asqueroso y con un olor repugnante  dejo de moverse.

Un reguero de sangre empezó a brotar por su cabeza y exclame , ¡¡que he hecho dios mío!!.

Sin parar de llorar me quité de encima el cuerpo inerte el cual no dejaba de sangrar y eché a correr en dirección a mi casa. Fui tramando  un plan en mi cabeza y era  recoger mis cuatro cosas y salir de allí lo antes posible o lo hacía  o no tendría otra oportunidad.

Recogí toda mi ropa y la foto de mi madre y me pare delante de la silla donde estaba sentada mi abuela. Nunca me había parado a pensar lo desgraciada que tenía que haber sido ella, en su larga vida por haber sido tratada  igual que yo.  La contemple durante unos instantes, me agaché la dí un beso en la mejilla y me despedí de ella deseándola  que la fuera bien con el animal de su hijo y diciéndola  me voy de esta casa donde nunca he sido feliz y espero poder regresar a mi pueblo algún día y vivir feliz en las tierras que me vieron crecer.

Di media vuelta y salí corriendo de casa escuchando los insultos y pestes que echaba por la boca esa mujer  la cual para mi parecer hoy en día no siento nada por ella.

Bajé la calle Real hasta la plaza para poder coger el autobús el cual me llevaría a Valladolid, desde donde cogería el primer tren, fuese cual fuese su dirección.

Mi viaje fue entre lágrimas, dejaba mi pueblo mi Terruño del alma, mis amigos,  mi prima la cual consideraba como una hermana para mí.  No sabía cuándo regresaría y si podría algún día lograrlo.

Tras coger el primer tren llegue a la capital de Álava  “Vitoria” pase la noche en una pensión de mala muerte,  la mañana siguiente se dibujaba en el horizonte fría, con nubes amenazadoras de agua, aun así tenía que decidirme a buscar un porvenir digno, me puse a llamar a las puertas para ofrecerme como sirvienta ó costurera, ya que es lo único que sabía hacer, tarde dos días  en encontrar una casa que me aceptó para entrar a trabajar, pagándome 50 céntimos a la semana con alojamiento incluido, no lo dudé y de cabeza me puse a trabajar cuidando a la madre de la señora de la casa una mujer mayor inválida,  con muy mal carácter. Matilde era como se  llamaba la señora,  era una mujer de baja estatura y de muy buen corazón no se parecía en nada a su madre, la verdad, hasta que descubrí meses después que fue cogida en adopción.

Yo seguía  teniendo contacto con Teresa por carta, donde la contaba mis  muchas penas y pocas alegrías, ella me contó que el señorito no murió de aquel golpe. Por suerte, puso una denuncia a la guardia civil diciendo que le habían atracado a la entrada de su finca.

Mi abuela había fallecido dos meses después de que yo me fugase y mi padre cada día estaba  peor trabajaba cada vez menos y casi  siempre estaba  borracho.

Mi vida por Vitoria transcurría de lunes a sábado en la casa,  los domingos tenía que ir a misa con la madre de mi señora y acompañarla a dar un paseo sin moverme de su vera.

Cuando llevaba cinco meses en mi nueva vida, Franco se proclamó vencedor y la guerra llegó a su fin un 1 de Abril de 1939.

Ese domingo la familia celebró una fiesta por todo lo alto por el final de la guerra. No por la victoria del Generalísimo ya que ellos no eran participes del mismo y sus ideales.

Ese día mi vida dio un giro de 360 grados, conocí a la persona más maravillosa que nunca jamás pensé conocer, en mi triste existencia. El sobrino de mi señora, dos años mayor que yo, el flechazo fue mutuo y comenzamos a vernos y salir a tomar  café, y pasear. Su tía estaba encantada porque siempre decía que su sobrino Avelino, que así se llamaba tenía que encontrar una mujer trabajadora y honesta, en cambio la abuela no estaba a favor de nuestra relación,  ya que para ella yo solo era una sirvienta.

Pasaron dos años de noviazgo, en donde yo fui haciéndome una mujer más madura y mi corazón empezaba a sentir alivio. Por fin era feliz y todo estaba cambiando en mi vida. Pero llegó el día que tuve que contar mis experiencias pasadas a la persona que yo quería que fuese mi futuro marido,  y una tarde de domingo dando un paseo por la orilla del rio Zadorra, me arme de coraje, y le conté toda mi vida con pelos y señales, mi trauma, los abusos a los que fui sometida años atrás,  mi huida a tierras del norte de España.

Avelino, calló todo el rato, no pronunció ni media palabra, no daba crédito a todo lo  yo le decía y  por momentos pensé que lo estaba perdiendo, ya que se levantó del banco y se fue sin mirar atrás, la desazón me comió por dentro,

– Pensé ¡Lucero si te hubieses cayado!, él nunca se hubiese enterado de nada, pero yo no podía vivir con esa carga en mi pecho y tuve que contárselo.

Pasaban las semanas y  no tenía noticias de la persona a la que amaba por encima de todo , Matilde me preguntaba por su sobrino, ¿qué raro que no venga? ¿habéis  tenido alguna discusión?.

Y yo contestaba ¡No!, es que hay mucho trabajo ahora en el caserío y no da abasto, siempre ponía la excusa del trabajo. Y  los días fueron pasando sin tenerte junto a mí.

Una mañana de primavera de 1941 sonó el teléfono,  era el, mi vida, la persona por la que no dormía por las noches, por la que lloraba desconsoladamente y no sabía nada, tenemos que hablar me dijo seriamente desde el otro lado de la línea, conteste inmediatamente ¿cuando? ¿ donde?y me contesto en el bar de Arturo a las 16:00. ¡Allí estaré! le dije con un nudo en la garganta y un adiós a la esperanza.

Cinco minutos antes de la hora ya estaba en el bar tomando  una manzanilla, entró con esa planta, alto, fuerte, erguido. Se acercó  me dio un beso en la mejilla, pensé que mi  corazón iba a estallar de emoción y salte como una niña abranzandolo con amor.

El se acercó más y me dijo no me interrumpas Lucero te lo pido por favor, Tu vida pasada es triste y reconozco que has tenido que pasar un calvario hasta llegar aquí, tu familia, el señorito .

Pero ahora eres toda una mujer elegante y de muy buen ver, por eso me gustaría preguntarte ¿si quieres pasar el resto de tu vida conmigo? No te faltara nada tendremos que trabajar la tierra el ganado y llevar la casa pero estaremos juntos, ¿qué me dices?

Mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas,  no podía pronunciar ni media palabra solo con los gestos de mi cabeza confirmando que era lo que más quería en el mundo, que estaba dispuesta a dar el paso de casarme con él y vivir una nueva vida.

Anunciamos nuestro enlace para la primavera de 1942, la familia estaba encantada con la noticia,

por mi  parte solo vino Teresa, ya que mi padre no quería saber nada de mi existencia, Nos fuimos a vivir al  caserío, una extensión de terreno donde tenía rebaños de ovejas, y más animales.

El primer año de casados fue una luna de miel continua, disfrutando de muchos y muy buenos ratos de pasión desenfrenada.

En septiembre de 1943 nació mi único  Hijo la ilusión más grande del mundo Miguel el cual llenó de paz y maravillosos momentos a todos los que ahora eran mi familia.

La vida seguía en el caserío, trabajando la tierra, ordeñando las ovejas realizando el queso, en fin una vida cotidiana y feliz. Miguel era un niño moreno,  clavado al padre, de mí solo sacó los ojos un verde azulado que le daban una mirada preciosa que enamoraba a todos.

La desgracia golpeó mi pequeña familia un 2 de Abril de 1946 mi pilar fundamental, mi marido, falleció de un infarto, justamente 6 años después de conocernos, mi vida se desmoronó, sola otra vez pero con un niño de  3 años y medio, ¿qué hago?, ¿donde voy?, la familia me animó a seguir con el negocio que no me marchara que los tenía a ellos. Pero yo necesitaba poner tierra de por medio. Una etapa nueva en mi vida se vislumbraba. En la mañana que Miguel cumplió los 4 años me desperté con una idea fija en mi mente, vender la finca con todo el ganado y las tierras y regresar a mi Terruño el lugar donde había nacido,  montar un pequeño negocio que me diese para vivir   mi hijo y yo.

Se lo expuse a la familia, negándose todos a que realizase tal locura querían que  Miguel creciese allí, que nos quedásemos a vivir con ellos.  No tienes a nadie en esa tierra de Castilla me decían, ¡¡aquí está tu familia!! la que nunca te ha despreciado, desde el primer momento te acogimos con los brazos abiertos. Pero yo seguía con mis pensamientos. Vendí el caserío con todo incluido dándome una buena cantidad de dinero, y regrese a Castronuño en primavera de 1947.

Mi prima Teresa, fue la encargada de buscarme una casa con un pequeño local contiguo donde montaría mi tienda de ultramarinos y tienda de costura, poniéndola de nombre Avelino.

Empezó a funcionar a primeros de Junio, abría sus puertas para alegría de los lugareños, donde iban a comprar y donde siempre se les recibía con una sonrisa, nunca se iban con las manos vacías, ya que mucha gente no tenía dinero con el que pagar, y yo les fiaba y me iban pagando poco a poco, y como podían, ya que corrían unos años de escasez .

Miguel empezó el colegio en Septiembre de 1948, en las escuelas inauguradas en 1933. El primer día de clase estaba contentísimo empezaba su vida  escolar, compartiría con más niños sus ratos de juegos.

Le llevé a las escuelas con el orgullo de una madre a la cual la privaron en su infancia de estudiar,  los niños estaban alterados, una locura  chillando, llorando por no querer entrar.

Deje a Miguel en clase, mis pasos se encaminaron no sé cómo a mi antigua casa, tenía que cerrar una herida que no paraba de sangrar, allí estaba sentado en la piedra de la entrada calentándose al sol como los lagartos, me vio venir perfectamente, me paré, y le dije:

-Buenos días padre soy Lucero, vengo a visitarle y decirle que si necesita algo, me tiene en la tienda,  imagino que le habrán contado que la monte hace unos meses. El seguía igual

viejo, desaliñado, con la misma mirada de años atrás dura y fría, no me dijo ni media palabra.

Viendo que seguía  igual de tozudo o peor porque con los años eso se le acentuó, le dije:  si algún día quiere conocer a su  nieto, que por cierto es lo mejor que me ha pasado en la vida, no lo dude mi casa estará abierta para usted.

Me marché con la desilusión de ver un padre triste, viejo y amargado, llegue a la tienda me puse a colocar las cajas en la trastienda que me habían llegado del nuevo pedido y pensando en mi encuentro con un trozo de mi vida que había pasado como si nada.

Un día sonó la campana de la entrada y salí a atender me sequé las manos y con una sonrisa en la boca que se me heló al instante, al ver del otro lado del mostrador al ser más despreciable que jamás había conocido, me quede parada sin saber reaccionar, me miró con su mirada sucia me revisó desde la cabeza a los pies.

-Buenos días Lucero me habían dicho que estabas de vuelta y quería verlo con mis propios ojos, estas mucho mejor que en nuestro último encuentro, o se te ha olvidado  lo que sucedió?

A mí no,  pienso cobrarme con creces el golpe que me distes en la cabeza, también sé que estas viuda que pena, ¿le hiciste lo mismo que a mí para quitarle del medio?

– ¿No dices nada? ¿ te ha comido la lengua el gato? ó ¿qué?. Me he adelantado para saludarte pues vengo con mi mujer a comprar. Se abrió la puerta de nuevo y entró una mujer alta, de buen ver pero de mirada triste y desolada.

-María te presento a Lucero estuvo trabajando una temporada en la casa, y ahora regresó y montó esta tienda, esta es mi hija Carmen, hoy no ha ido al  colegio ya que veníamos de viaje pues ya ira mañana.

-Contesté con miedo y nerviosa, que niña más guapa, yo también tengo un hijo que también va al colegio  se llama Miguel.

-María me saludo, fue frio y distante en su voz se notaba pena interior, y me dijo:

– Me han dicho que aparte también coses ¿es verdad?

-Sí, así es, si necesita algo y la puedo ayudar  no dude en decírmelo.

Marcharon de la tienda, me dejaron con una angustia dentro de mí que tardó en pasarse un buen rato, ese ser rastrero, aquí de nuevo, y  no será difícil volver a verlo, esto es un pueblo y todos tarde o temprano coincidimos, en la escuela, medico o en las calles.

La vida siguió su camino llegando la Navidad, la primera que pasaba con Miguel en Castronuño.

Vinieron sus abuelos de Vitoria a pasar la fiestas, el día de Navidad estábamos sentados a la mesa Teresa con su marido, los abuelos y nosotros, eramos una pequeña familia de seis componentes, Teresa nos dio la noticia que el año próximo seriamos uno más,  estaba embarazada de tres  meses , brindamos y lo celebramos, cuando nos disponíamos a empezar a comer sonó el timbre, Teresa se levantó rauda a abrir y dando un pequeño chillido, nos alarmamos y fuimos todos a la entrada de casa. Era mi padre estaba del otro lado vestido con  traje, aseado y con esa mirada triste de persona que hace muchos años no era feliz.

Mis suegros preguntaron ¿quien este señor? Les explique  lo justo, quien era y con tiempo y mas adelante toda la historia, la verdad sea dicha me emocioné mucho al ver a ese pobre desdichado allí comiéndose su orgullo , que no era poco.

-Miguel te presento a tu abuelo del que tanto te he hablado.

Se acercó a el y le dio un beso en esas mejillas llenas de arrugas curtidas por el sol, me acerque a el y le invite. Pase, pase y siéntese a la mesa a comer con nosotros celebraremos la Navidad, este es el mejor regalo  que  puede hacer a su nieto y a mi.

La comida pasó entre conversaciones amenas entre todos los comensales, cosa que me sorprendió gratamente por parte de mi padre, nunca creí  ver que pudiese mantener una conversación con nadie. La familia regresó a Vitoria a primeros de Enero. Miguel empezó la rutina del colegio al cual iba a llevarle y traerle su abuelo, el hablo conmigo y me dijo:

– ¿Lucero me gustaría acercarme a mi nieto si me dejas? ¿Me gustaría llevarle al colegio recogerle y pasar algún rato con el siempre que a ti te parezca bien? Soy viejo y sé que nunca podre recuperar lo perdido  pero quiero estar junto a vosotros lo que me quede de vida.

– Claro sin problema es una gran noticia me alegro por tí, lo único que te pido que mientras estés con Miguel no bebas ni una gota o no te dejaré jamás volver a acercarte a él.

La rutina seguía su camino, Teresa iba muy bien con su embarazo, mi padre cada vez estaba más en mi casa, comía y cenaba con nosotros, pero a dormir se marchaba a la suya. Una tarde de Noviembre fría, lluviosa y triste, estando yo en la trastienda cosiendo un vestido para María que tenía que entregárselo a la mañana siguiente, se presentó el, el ser más detestable y dañino que paso por mi vida,

– que tal Lucero ¿tienes el vestido?

-No márchate aquí no tienes nada que hacer, le contesté.

-Cerró la puerta por dentro me imagine que no venía solo a por el pedido, se giró me miró con esa mirada sucia y rastrera que le caracterizaba, se acercó a mi, yo me levante  intente echar a correr hacia la puerta me dio tal guantazo en la cara que tarde unos segundos en recuperar la razón, me sujeto con fuerza y me dijo al oído zorra ya eres miá, vengo a cobrarme lo que me debes desde hace tanto tiempo, empezó a sobar mi cuerpo mis pechos, nalgas todo era manoseado por esa bestia alcoholizada, me resistía como podía me volvió a dar otro guantazo de los suyos, me recompuse,mis  ojos estaban  llenos de lágrimas, agarré las tijeras que tenía en la mesa donde estaba abusando de mí, saque fuerzas de donde no las hay y le susurré al oído, que razón tienes vamos a terminar lo que aquel día no pude terminar y le clave las tijeras con todas mis fuerzas en el cuello, con los pantalones bajados hasta las rodillas retrocedió tropezando y cayendo, sujetándose la herida sangrante, lo último que salió de esa sucia boca fue zorra me has jodido.

Me armé de valor, nadie podía saber lo que había pasado aquí, llamé a Teresa y le pedí que esa noche se quedase Miguel a dormir con ella que tenía mucho trabajo, cogí un pico y empecé a cavar en el patio un agujero para meter a ese animal, lloraba y lloraba pero acabé al alba.  Coloque todo   estaba perfecto al día siguiente.  Me bañe, quemé la ropa y abrí la tienda como si nada hubiese pasado aquella fatídica noche.

Pasaron los meses y años, planté unos frutales encima para que quedase bien oculto, mi vida fue desde ese momento como la de cualquier persona, sin el miedo a darme la vuelta y encontrarme con  tal personaje comiéndome con esos ojos.

Miguel ya contaba con quince años, una mañana de domingo estando en casa me dijo madre, el sábado que viene ¿podías hacer una comida especial? Me gustaría invitar a mi novia y presentártela,

-Novia que alegría hijo ¿quién es? ¿cómo se llama?,

-Es la hija de María y el desaparecido León ¡te acuerdas de ella se llama Carmen!,

Me dio un vuelco el corazón  parecía como si me lo intentasen sacar de golpe del pecho, los ojos se me llenaron de lágrimas, y me dijo:

-Madre ¿porqué lloras?.

-no es nada hijo es que no pensé que fuese de esa familia adinerada, ¿la quieres? Le pregunte con voz susurrante.

-Más que a mi vida madre, es una mujer buena y decente, me contesto Miguel.

-Pues se feliz hijo defiende ese amor puro

-Los senderos de la vida, nunca sabes por donde te pueden llevar.

En mi pueblo Castronuño del alma, empezó la historia de amor de Carmen y Miguel ¡fue tan bonita!.

Pero esa es otra historia que quizás algún día contaré.

Author: Castronuño

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