MENCÍA

II Concurso de relatos breves de la Biblioteca Municipal

Título: Mencía

Autora: Ethel María Moirón Fdez-Felechosa, (Oviedo, Asturias)

Categoría 4 (Adultos)

MENCÍA

Llega la noche, el cielo se ilumina gracias a las pequeñas y tintineantes estrellas que alumbran  a los caminantes que osan  transitar los senderos que llevan a  Castronuño.

Estamos en el año 1.250 de nuestro Señor Jesucristo, en plena Edad Media, así denominarán a esta época los historiadores de generaciones venideras. Me llamo Mencía  y soy una joven dama de la nobleza que sirve a su señora con total devoción. Mi vida es monótona, siempre acompañando a mi señora y realizando mis menesteres diarios.

El pasado invierno fue duro, hubo más nevadas que en años anteriores y se produjo una falta de escasez de alimento. Aquí, en  el castillo,   no se notó mucho pero en la villa, las familias  de campesinos apenas tenían nada que llevarse a la boca.

A pesar de las vicisitudes del día a día,  he encontrado un atisbo de esperanza y felicidad; en uno de mis innumerables paseos  a las orillas del Duero  junto con  mi señora conocí a un  apuesto caballero. Este joven, llegó a la villa de la mano de Álvaro de Avendaño, un noble muy querido y respetado. Según me han comentado las cocineras, el noble y su séquito tienen pensado  establecerse aquí una temporada aunque ellas no saben si será por breve tiempo. Además, por lo bajo susurran entre risas que no está casado ni intenciones tiene.

(Cuatro meses después…) Retomo la escritura… gracias a estos pergaminos y esta pluma que me ha dejado mi señora.

El joven caballero resultó ser Alfonso de Guevara,  un chico alegre y divertido además de muy guapo. Es un gran conversador, con una gran formación en latín y griego así como en el manejo de la espada  y el arte de la guerra en general. Estos meses, hemos estado viéndonos a escondidas puesto que  yo estoy prometida. Cuando mi señora no me necesita, me escabullo por las escaleras del servicio y a través de los pasadizos del castillo, llego  a la villa donde me pongo un sencillo vestido  de lino. Después,  me dirijo caminando hasta el Alto de la Muela situado a la misma orilla del río Duero donde paseamos, hablamos, reímos o sencillamente… nos besamos.  Otro lugar al que solemos  ir para escondernos de las miradas  de la gente es  la iglesia de Sta. María del Castillo, si está cerrada; solemos vernos bajo los arcos de influjo gótico de la puerta norte. Por el contrario, si está abierta, nos vemos en el interior, junto a la imagen de S. Miguel que es el patrón del pueblo.

Cuando llegue la próxima primavera, me casaré con un hombre al que casi no conozco. Mi señora lo ha decidido por mí. Es un hombre con mucho poder. Su mujer falleció hace varios años y tiene dos hijas. Necesitan una madre.

Sus propiedades están cerca de Castronuño, eso es algo bueno porque así  podré mantener contacto con la gente  que quiero.  ¡Me gusta mi tierra! ¡Me encanta vivir aquí! ¡No quiero cruzar océanos en barcos de madera y tener que hacer frente a los  piratas! Tampoco quiero desembocar en nuevos lugares con idiomas y culturas extrañas.

A mi futuro marido apenas lo conozco. Lo he visto en contadas ocasiones y no sé qué pensar de él. Es de mediana edad, no muy atractivo pero parece agradable. Tiene como aficiones: la caza de ciervos, jabalíes etc., montar a caballo y participar en torneos. Por el contrario, yo disfruto leyendo, tocando diversos instrumentos como la lira y la cítara o tejiendo.

(Septiembre) Los días pasan lentamente, la brisa  trae consigo noticias aciagas. Estamos en tiempos de guerra,  luchando  contra los musulmanes. Hace varios días que llegó un  emisario real  con una misiva en la que  se pedía a los caballeros que partieran lo más rápido posible hacia un punto de reunión en la Meseta Castellana. Alfonso está convocado.

(Unos días después de la llegada del emisario real. Finales de Septiembre)  Con los primeros rayos del amanecer, mi amado ha partido hacia un futuro desconocido.  No sé si volveré a verle. ¡Qué tristeza!

La vida sigue. En Castronuño solo quedan las mujeres con sus hijos y ancianos.  El tiempo pasa despacio, todavía no he recibido ninguna noticia alentadora de mi amado.  No sé si está bien o si está herido. Cada día, después de los laudes, salgo rauda de la iglesia de Sta. María del Castillo y me dirijo al castillo con la esperanza de que haya noticias.

(Marzo, año 1.251)  Hoy a media tarde, mi amiga Ana entró corriendo y agitada en la sala en la cual yo me encontraba cosiendo unos vestidos:

  • “¡Mencía, tienes correo! ¡Rápido, hay noticias importantes!”
  • “¿Quién me escribe?” Le respondí.
  • “No lo sé. Simplemente me han dicho que tienes correo”.

Me  levanté de inmediato y me dirigí  al salón. Allí me esperaba un emisario con un sobre lacrado. Me lo entregó y a continuación me dijo: “D. Alfonso de Guevara ha fallecido hace unos días. Sus restos descansan en Madrigal de las Altas  Torres como así quería la familia, se encontró este sobre a su nombre junto a sus pertenecías por lo cual se le hace entrega.”

Nada más decir esto, se dio media vuelta y salió de la habitación. Yo me quedé allí, sola y sin saber qué hacer.  Después de unos minutos,  me dirigí a mis aposentos, me senté  sobre la cama, abrí el sobre y comencé a leer la carta.

 

Querida Mencía:

Espero que estés bien. Yo estoy en un lugar el cual no quiero ni nombrarte.  Un páramo en dónde solo hay tristeza y sufrimiento.  Estamos en medio de una dura batalla y no parece que vaya a finalizar pronto. Todos los días pienso en ti y en esos maravillosos días que disfrutamos en  Castronuño. Deseando que estés bien.

Alfonso.

 

Ya está. Estas pocas palabras era lo único que me quedaba de él. Guardé con cuidado la carta en el sobre. A continuación,  lo introduje en un pequeño cofre de madera con incrustaciones de nácar que me había regalado mi abuela  cuando era una niña. Y lloré.

(Mayo, año 1.251)  Mañana es el día mi boda. No hay vuelta atrás. Estos dos últimos meses han sido de despedidas: Se ha ido mi  gran amor, Alfonso  y he dejado atrás Castronuño, a mi señora y a mi familia.

Llevo pocos días aquí, en mi nueva residencia. He podido conocer un poco mejor a las hijas de mi futuro  marido y también me estoy adaptando al lugar, a sus gentes y a sus paisajes.

Él llegará esta noche,  justo para la boda.  Ya tengo preparado el ajuar. Mañana, espero iniciar una nueva vida. ¡Quién sabe lo que me deparará el futuro! Mañana es el día de mi boda.

 

Author: Castronuño

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