Una nueva mirada

IV CONCURSO DE RELATOS BREVES DE LA BIBLIOTECA MUNICIPAL DE CASTRONUÑO

Título del relato: Una nueva mirada 

Categoría 2 (12 a 14 años)

Autor:   Martina Mollá Pagán (Valencia) 

PRIMER PREMIO

Cada noche pienso en la mirada de Castronuño, aquellos ciudadanos perdidos en el tiempo que no hace más que correr. También, mi pensamiento cae en sus ojos lúgubres y fríos en los que no consigo ver su belleza y fulgor y que hace años se hacían sorprender. Porque, hace años que el tiempo se hizo presente en sus corazones y, desde entonces, no han querido saber lo que es la realidad, ¿Por qué el tiempo ha de cambiar?

Castronuño era la belleza que hacía brillar cada noche a su origen y donde los pájaros ansiaban cantar sus mejores cantos sobre ella. Pero el tiempo se hizo oscuro y cada mirada se perdió en una tempestad profunda y silenciosa que los ciudadanos ya no han sabido despertar. No obstante, entre el sol que se derrama nacieron unos niños que supieron hacer frente a la desolación y presentar su diversión y alegría, pues ellos eran sagaces y revoltosos, siempre teniendo una que otra aventura entre sus vidas. Después de tantas risas y pérdidas de tiempo, apenas ha dado efecto, ellos no saben, ni mucho menos, entienden porque todos sus vecinos les acaban incordiando la pequeña inocencia de cualquier niño.

-Cada día parece hacer mas frío y la gente no lo entiende- comenta Peter.

– Tienes razón, ¿Qué habrá hecho la vida para dar un pozo tan profundo a Castronuño? – dice Dana con desesperación.

– Desde hace tiempo he pensado en cambiar la ciudad…- manifiesta Peter mientras Dana piensa unos leves minutos.

– No sé…- Acaba respondiendo a su propuesta

-Quién sabe ¿Y si le preguntamos al abuelo? – pregunta Peter con una mentalidad abierta y alentada.

– Pero ¿El abuelo que tiene que ver con todo esto? -pregunta extrañada Dana.

– El abuelo es el único que nos sabe entender y sabe lo que fue hace muchos años de este pueblo. Primero, le preguntaremos sobre la soledad de Castronuño, y luego le podemos presentar nuestra idea- responde con una sucinta sonrisa.

Raudamente, ambos se miran unos intensos instantes y corrieron y corrieron hasta llegar junto al abuelo en una pequeña distancia. El anciano es un señor rugoso y parecía tener una edad longeva. Cuando algún ciudadano del pueblo habla del abuelo, siempre dicen de un hombre que parece que haya perdido la cabeza, pero lo que no saben es que es el hombre más sabio y con una experiencia con la que puede contar las estrellas.

– ¡Abuelo! ¡Abuelo! Se me ha ocurrido una idea, ¿Sabes? – exclama Peter.

– ¿Una idea? – Pregunta el abuelo con cierta nostalgia a su infancia, ya lejana de su vida.

– Sí, hemos pensado que este pueblo es demasiado oscuro y frío como para vivir, pero primero nos gustaría tener un porqué- explica Dana.

– Bueno, bueno porque no os sentáis y os explicáis con más detenimiento- les dice el abuelo con una sincera sonrisa.

Cuando Dana y Peter están cómodos y saboreando unas deliciosas galletas que les ha ofrecido el abuelo Dana está lista para hablar:

-Lo que Peter y yo decimos es que este pueblo no tiene sentido, todo es gris y sin ningún color- se hace entender Dana.

-Y cuanta razón que tenéis. Pero veréis, muchos creen ver su futuro en un reloj o en un calendario contando lo días y el tiempo. Esto comenzó tiempo atrás, cuando el arcoíris salía constantemente y los pájaros aún cantaban. Las personas eran felices y sus sueños aún anhelaban que algún día se hicieran realidad. Su mirada nunca miraba el polvo de la tierra si no el cielo y sus estrellas. Además, la brisa que corría por sus venas les hacía cantar y ver que las personas de su alrededor eran de mayor importancia que todo material, que todas aquellas personas eran su tiempo más valioso y primordial. Pero un día todos cayeron en una profunda tormenta que les hizo caer en el tiempo, sus horas, minutos y segundos. Por ello, toda la gente de Castronuño cayó en aquel sueño. Ahora, solo ven lo que son y no se dan cuenta de las personas que viven en su alrededor. Mientras que antes, sabían amar y sufrir por otros.

– Esta es la razón de que todo el mundo vaya con prisas, como si algo de lo más pavoroso venga a ocurrir- comentaba Peter.

-Así es, ahora todo el mundo lo ve todo como que en cualquier momento se vaya a olvidar. Dejando aquello que os decía que es lo más valioso y fundamental- le afirmaba el abuelo a Peter.

-Pero, ¿Qué hay de nosotros? ¿Por qué seguimos mirando nuestros sueños, esperándolos? Y, ¿Por qué seguimos viendo la vida con felicidad sin detenernos en el tiempo? – preguntó Dana.

-Para ello hay una simple respuesta, vosotros sois los elegidos para poder cambiar el gris por un color con mayor fulgor. Pero sobre mí, os puedo decir que he vivido lo suficiente, lo suficiente como para haber estado presente en aquellos tiempos de color y cantos.

– ¿Nosotros? ¿Para colorear nuestro propio pueblo? No sé yo…- se hace decir Peter.

Antes de que el abuelo pueda decirle algo, Dana se adelantó:

-Bueno… Si esto es cierto ¿Qué podemos hacer? – pregunta Dana demasiado decidida.

– Que os parece botes de pinturas para poder pintar con euforia los colores más bonitos y brillante cada pared de la ciudad. Y hacer sonreír y enseñar a hacer desconectar del tiempo a cada persona.

-Pero, ¿Tú nos ayudarás? ¿Verdad? – pregunta un tanto preocupado Peter.

– Querido Peter, las personas tienen alma, mente y corazón. En algún momento de la vida esto tiene qué volar y hacerse libre después de esta aventura. Creo que pronto será mi hora de volar e irme al viaje que ya espero. Pero, sé con convicción que lo dejo a las mejores manos. – finalizó de hablar el abuelo.

-Pero, ¿Abuelo qué dices? – le preguntó Peter un tanto extrañado.

-Con el tiempo lo entenderéis. Pero ahora debéis de ser el color de cada uno y mostrarles lo que es sonreír- finalizó la conversación el abuelo, dando por hecho resueltas las dudas de los niños.

Y así ambos comenzaron a pintar el pueblo de copiosos colores e intentando además poder dibujar en cada persona la sonrisa que les es meritoria. Y es de pensar que los ciudadanos se hacían extrañar por aquellos colores que ahora se lucían en cada pared llamando a gritos al arcoíris:

-Niños ¿Qué es lo que pretendéis hacer? – preguntaba una señora con su perro, una de aquellas señoras que se colocaban entre los ciudadanos curiosos.

– Señora, ¿Es que no lo ve? estamos haciendo más acogedor, primoroso y alegre nuestro queridísimo pueblo- le explicaba Dana.

-Creo que ya lo veo todo mas claro. Sí, será eso lo que le faltaba a Castronuño- pensaba la señora en voz alta, atrayéndose por el gran esfuerzo de los niños.

Así, cada persona que pasaba y veía el regalo que hacían los niños, los más complacientes comenzaban a animarse en la ayuda para pintar y hacer de Castronuño el pueblo que deseaban.

Poco a poco, se podía ver con mucha más claridad la sonrisa que se hacía presente la mayoría de las ocasiones en cada rostro de persona. Y así es como desde aquel día, Peter y Dana fueron recordados desde hace mucho tiempo, bajo su colorido corazón que sigue latiendo por todos nosotros continuando las enseñanzas del abuelo. Siguen pintando colores en cada individuo y siempre estarán bajo su sonrisa.

Desde aquel entonces, Castronuño brillaba iluminando el camino aquel que pasaba, extraviando entre la penumbra. Y si miras a lo alto, hacia las estrellas, aún puedes ver a aquellos niños que vieron la luz que seguía latiendo en él.

 

Author: Castronuño

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